bautismo

 
 

Lo Que Dios Dice Sobre El Bautismo

Por David Vaughn Elliott


Jesús dijo, "El que crea y sea bautizado será salvo" (Marcos 16:16). Jesús nunca dijo, "El que crea y ore la oración del pecador será salvo". En Hechos 2, después de la ascensión de Jesús, Pedro dijo, "Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38). Pedro nunca dijo, "Arrepentíos e inviten a Jesús a que venga a sus corazones para perdón de vuestros pecados". ¡El hombre ha substituido la oración del pecador por el bautismo del pecador! ¿Cuál es el significado del bautismo?

Simbolismo del Bautismo

El simbolismo del bautismo es muy impresionante. Según Romanos 6, el acto físico de la inmersión en agua señala a una muerte, entierro, y resurrección. Demuestra la muerte, entierro, y resurrección de Cristo a la misma vez que señala a una persona que ha muerto al pecado, entierra el "viejo hombre" de pecado, y sale del agua para caminar en una nueva vida.

Esta verdad espiritual, por supuesto, es invisible. Conlleva fe en la Palabra de Dios. Lo mismo es cierto de la muerte de Jesús por nuestros pecados. Su muerte fue visible para aquellos presentes. Sin embargo, el propósito de la muerte de Jesús no podía ser visto con la vista física. Es cuestión de fe que Él murió por nuestros pecados. De igual manera, el bautismo en agua puede ser visto por aquellos presentes, pero es cuestión de fe que inmersión en agua es el momento en que los pecados son perdonados y comienza la vida nueva.

Sabemos que Jesús murió por nuestros pecados. Pablo dijo somos "bautizados en su muerte" (Romanos 6:3). Así pues, hacemos contacto con Su muerte en el agua. En Colosenses 2:12-13, Pablo describió la relación entre la fe y el bautismo: "Habiendo sido sepultados con Él en el bautismo, en el cual también habéis resucitado con Él por la fe en la acción del poder de Dios... habiéndonos perdonado todos los delitos". "Resucitado con Él por la fe en la acción del poder de Dios". El bautismo bíblico no es un acto meritorio de nuestra parte. El texto dice que Dios es el que hace la acción. Nuestra parte es tener fe en Su acción. Dios promete perdonar nuestros pecados en el bautismo cuando lo hacemos por fe.

¿Por qué Ser Bautizados?

Según citado en el primer párrafo, el creer, el arrepentimiento, y el bautismo son para el perdón de los pecados, para poder ser salvos. Si uno se bautiza sólo para hacerse miembro de la iglesia, el acto no es basado en fe en la acción del poder de Dios por medio del bautismo; por lo tanto, no significa nada. Ya que un infante no es capaz de tener fe, su bautismo tampoco significa nada. Mucha gente se bautiza sólo para obedecer el mandato de Jesús. Tal acción despoja al bautismo de su verdadero significado; la persona no tiene fe en la obra de Dios para perdonar los pecados en el momento del bautismo.

Lejos de ser una obra meritoria, el bautismo es un acto de profunda fe. Por esto debe ser que muchos tropiezan sobre tal acto. Al igual que a muchas personas mundanas se les hace difícil aceptar un sacrificio de sangre para el perdón de pecados; a muchas personas religiosas se les hace difícil aceptar que el agua tenga alguna relación con la salvación. Los primeros quieren ser salvos sin la sangre; los otros sin agua. Sin embargo, la Escritura enseña que en el bautismo somos sepultados con Jesús; somos "bautizados en su muerte", así haciendo contacto con Su sangre. El Apóstol Juan escribió por inspiración: "Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y los tres concuerdan" (1 Juan 5:7-8). Dios unió la sangre y el agua.

Realmente Invocando el Nombre del Señor

¿Qué significa invocar el nombre del Señor? En Hechos 2, Pedro citó a Joel: "Y sucederá, que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo" (Hechos 2:21). Sus oyentes fueron tan compungidos de corazón, creyendo todo lo que Pedro decía, que dijeron, "¿Qué haremos?" (Hechos 2:37). Pedro no dijo, "Oren esto conmigo". Pedro dijo, "Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38). "Los que habían recibido su palabra fueron bautizados" (Hechos 2:41). Pedro primero le dijo a la gente que invocaran el nombre del Señor para ser salvos. Entonces les dijo a los que creyeron que se arrepintieran y se bautizaran para ser salvos. Por lo tanto, la fe, el arrepentimiento, y el bautismo tienen que ser la forma real de invocar el nombre del Señor para salvación.

De haber duda, la conversión de Pablo debe aclararlo. Cuando Pablo encontró a Jesús en el camino a Damasco, él dijo, "'¿Qué debo hacer, Señor?' Y el Señor me dijo, 'Levántate y entra a Damasco. Y allí se te dirá todo lo que se ha ordenado que hagas'" (Hechos 22:10). Jesús no salvó a Pablo en aquel momento ni tampoco le dijo como ser salvo.

Según Hechos 9:8-12, Pablo fue a Damasco y ayunó y oró por tres días. Cuando Ananías llegó, dijo, "Y ahora, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate y lava tus pecados invocando su nombre" (Hechos 22:16). Pablo ya había llegado a la fe en el camino a Damasco. Pablo tiene que haber estado profundamente arrepentido y pidiéndole perdón a Dios durante esos tres días. Pablo no dijo una oración de dos minutos pidiéndole a Jesús que viniera a su vida. ¡Había estado orando por tres días! Si una oración fue alguna vez el momento de recibir salvación en Cristo, ciertamente Pablo ya estaba salvo. Sin embargo, Ananías le dijo a Pablo que ya era tiempo de dejar de orar; era tiempo de bautizarse y lavar sus pecados invocando el nombre del Señor.

Estos dos casos en Hechos son los únicos ejemplos en las Escrituras que explican como uno invoca el nombre del Señor para salvación. No hay ningún ejemplo de sólo decir una oración para invitar a Jesús a venir a nuestros corazones. El Salvador mismo dice, "No todo el que me dice: 'Señor, Señor', entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7:21). Invocando al Señor Jesús vocalmente no es suficiente. ¡Jesús lo dijo!

¿Nuestra Manera o la Manera de Dios?

Desde el principio de la Biblia, se nos advierte en contra de acercarnos a Dios en nuestros propios términos. Un ejemplo excepcional fue Naamán, un sirio con lepra. Estaba dispuesto a viajar y a pagar para ser curado. Pero no estaba dispuesto a humillarse. Estaba tan enfocado en su propia idea de cómo debería ser curado que se enfureció sobre la forma de curación ofrecida y volvió de regreso a su casa, sin ser curado. 

La curación ofrecida a Naamán era simple: "Ve y lávate en el Jordán siete veces, y tu carne se te restaurará, y quedarás limpio" (2 Reyes 5:10). Esto no estaba de acuerdo con el concepto de Naamán sobre como pasaría: "He aquí, yo pensé, 'Seguramente él [Eliseo] vendrá a mí, y se detendrá e invocará el nombre del Señor su Dios, moverá su mano sobre la parte enferma y curará la lepra" (5:11). Afortunadamente para Naamán, él tenía sirvientes que razonaron con él. Para su crédito, Naamán escuchó, se humilló y se metió en el Jordán siete veces. ¡Fue curado!

¡Hay un paralelo fuerte entre el caso de Naamán y la situación en tiempos modernos concerniente a la salvación! Muchos hoy día tienen sus propias ideas sobre cómo pueden ser salvos. Cuando se les dice que tienen que sumergirse en el agua para que sus pecados sean perdonados, se molestan pensando que el agua no puede tener nada que ver con la salvación. Cuando un predicador les invita a orar para salvación, les gusta la idea y se sienten muy confiados de que Dios les ha quitado sus pecados.

Un problema grave es que el perdón de los pecados no puede verse físicamente como limpiarse de la lepra. La gente puede ser fácilmente engañada a sentir que sus pecados son perdonados. Sin embargo, los sentimientos no prueban la realidad. Los sentimientos son una reacción a nuestra percepción de la realidad. El patriarca Jacob entró en verdadero duelo cuando creyó la evidencia falsa de que un animal había matado a José (Génesis 37:28-35). Nadie podría sugerir que la pena de Jacob era prueba de la muerte de José. De igual manera, un sentimiento de perdón no es prueba de perdón. Es Dios quien dicta cuando somos salvos. Como Naamán humildemente escuchó a sus sirvientes, necesitamos escuchar cuando un servidor de Dios nos lee la Palabra de Dios. Necesitamos humillarnos y venir a Jesús en Sus términos.

La popular oración del pecador de hoy día es una recreación de la forma en que Naamán creyó que debía ser curado. Arrepentimiento y bautismo son una recreación de la forma en que Naamán actualmente fue curado. La "oración para salvación" es la substitución por el hombre para el bautismo del creyente. Jesús nunca dijo, "El que crea y oré será salvo". Sin embargo, Él sí dijo, "El que crea y sea bautizado será salvo". Cada uno de nosotros tiene que decidir si hemos de poner nuestra fe en el predicador moderno o en el eterno Hijo de Dios.  

Traducido y editado por J. Pérez y Jennie Montalvo - 2018

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