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Cinco Maneras Para Desenredar La Profecía

Por David Vaughn Elliott


LA PROFECÍA puede ser muy interesante. También puede ser muy frustrante. Tener el deseo de estudiar la profecía es una cosa. Saber cómo estudiarla es otra. Grandes recompensas esperan al estudiante diligente, pero hay que proceder con precaución.

¿Qué significa “666”? ¿Quiénes son los “144,000”? ¿Qué le espera a Israel? ¿Cuándo establecerá Jesús su reino; o es que ya lo estableció? ¿Viene Jesús otra vez en nuestros tiempos? ¿Será el templo judío reconstruido? ¿Quién o qué es el cuerno pequeño de Daniel? Y así sucesivamente. ¿Cómo ganaremos entendimiento de estas cosas? ¿Cómo podemos desenredar los misterios de la profecía?

Un jugador de béisbol necesita jugar según las reglas del juego. Un chofer de carro necesita obedecer las reglas de la carretera. Un escritor debe seguir las reglas de la gramática.

Llámelos “reglas,” “guías,” o “caminos,” tenemos que procurar desenredar los misterios de la profecía en una manera legítima. De no hacerlo, llegaremos a enredarnos más de lo que estábamos. La Biblia no hace una lista de estas “reglas” como tal. Sin embargo, la verdad es que casi todas, para no decir todas, son evidentes por si mismas, una vez explicadas. Algunas se aplican a todo estudio bíblico, y de hecho para estudiar cualquier cosa escrita. Otras se aplican específicamente a la interpretación de la profecía bíblica.

LA PRIMERA MANERA: ESTUDIAR EL CONTEXTO

Alguien ha dicho, “Un texto fuera del contexto es un pretexto.” Esto no es solamente una regla para el estudio bíblico. Es también la regla para interpretar correctamente el periódico. Es la regla para entender las instrucciones del jefe. Es la regla para citar justamente las palabras de otras personas. De hecho, toda comunicación se enreda cuando usamos un texto fuera de su contexto.

La Biblia dice, “Entonces Judas... salió, y fue y se ahorcó.”; “Vé, y haz tú lo mismo.”; y “Lo que vas a hacer, hazlo más pronto.” Podemos reírnos de esto, pero no es asunto para reírse cuando maestros de la Biblia encadenan varias profecías no relacionadas en una forma parecida.

Un estudiante de la Biblia tiene que mirar al contexto de cualquier texto para obtener entendimiento. Esta verdad se aplica también a la profecía. El sueño de Nabucodonosor es un ejemplo sencillo (Daniel 2). El vio una gran imagen dividida en cuatro partes. ¿Qué significa? El mismo contexto da el significado de la primera parte. Los versículos 36-40 explican que cuatro reinos vendrían, en sucesión. Pero ¿con cuál reino comienza la profecía? “Tú eres aquella cabeza de oro,” Daniel le dice al rey. Esto es un ejemplo sencillo y obvio de que tenemos que comenzar con el contexto.

¿Cuándo es “el Fin”?

Muchas profecías son más difíciles. Por ejemplo, Mateo 24:14 dice, “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” Muchos presumen que esto significa el fin del mundo. No obstante ¿qué enseña el contexto?

Tenemos que usar el mismo sentido común que usamos en la conversación diaria. Alguien dice, “Esto es el fin.” Fuera del contexto, no hay manera de saber cuál es el fin a que se refiere. ¿Es el fin de una película o de un juego de pelota? ¿Es el fin de un período de prueba o de un descanso para tomar café? ¿Es el fin del matrimonio o el fin de un negocio? Solamente el contexto puede decir. ¿Quién está hablando a quién? ¿Cuáles son las circunstancias? ¿Cuál es el tema de la conversación?

Al considerar el contexto inmediato de Mateo 24:14, vemos que el versículo 16 hace referencia a Judea. También sería bueno volver al versículo uno. Toda la conversación comenzó cuando Jesús habló del templo en Jerusalén (en Judea). El dijo, “No quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada.” Esto ciertamente es el fin de algo.

En Mateo 24:15, Jesús explica que Daniel ya había hablado de los mismos eventos. La profecía de Daniel se encuentra en Daniel 9:24-27. A mitad de Daniel 9:26 dice, “destruirá la ciudad [Jerusalén; vea versículo 25] y el santuario. Y su fin será con inundación y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.” Así Daniel clarifica que el fin que Jesús habló es de la destrucción de Jerusalén y el fin del santuario (el templo).

El contexto de cualquier evento en los evangelios incluye también los otros tres evangelios, si ellos registran el mismo evento. Los pasajes paralelos a Mateo 24 son Marcos 13 y Lucas 21. En Lucas 21:20,21, se unen los conceptos encontrados en Mateo y Daniel. Dice, “Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea, huyan.”

Así que, al estudiar el contexto cercano y el contexto más amplio de Mateo 24:14, llega a ser claro que “el fin” en este versículo no es el fin del mundo. Al contrario, es el fin de Jerusalén y de su templo. Este “fin” se cumplió 40 años después de que Jesús habló (600 años después de que Daniel escribió). En el año 70 D.C., el ejército romano destruyó a Jerusalén y no dejó ni una piedra sobre piedra en el templo. Su fin había llegado. El contexto de Mateo 24:14 hace claro que este es “el fin” al que se hace referencia.

LA SEGUNDA MANERA: BUSCAR UN “ENTONCES SE CUMPLIÓ”

¿Cuántas veces dicen los evangelios “Entonces se cumplió,” “para que se cumpliese,” “así está escrito,” “éste es de quien está escrito,” y expresiones similares? Pero, no solamente en los evangelios. Una y otra vez la Palabra de Dios nos dirige la atención hacia alguna profecía cumplida.

Muchas profecías se hicieron y se cumplieron dentro de las páginas del Antiguo Testamento. Por ejemplo, 1 Reyes 22:37, 38 dice, “Murió, pues, el rey, [Acab]...y los perros lamieron su sangre (y también las rameras se lavaban allí), conforme a la palabra que Jehová había hablado” (en cumplimiento de 1 Reyes 21:19). Otro ejemplo se encuentra en Esdras 1:1, “En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro...” Para apreciar más esta profecía, hay que leer todo el contexto junto con Jeremías 25:12 y 29:10.

El Antiguo Testamento también contiene muchas profecías que no se cumplieron hasta siglos después en el Nuevo Testamento. Vamos a profundizarnos en dos ejemplos a continuación.

Jesús y nuestras Enfermedades

En Isaías 53:4 encontramos una profecía del Mesías: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores.” ¿Cómo hizo Jesús esto? ¿Está hablando del cielo cuando no habrá enfermedad, dolor, o muerte? O ¿está diciendo que Jesús moriría en la cruz por nuestras enfermedades físicas? O ¿está diciendo otra cosa?

“Para que se cumpliese” contestará estas preguntas. Los evangelios dicen que “sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias” (Mateo 8:16,16). La Palabra de Dios está diciendo que el ministerio de sanidad de Jesús es el cumplimiento de la profecía de Isaías. Esto resuelve todo. Tenemos que rechazar cualquier otro idea que no está de acuerdo con la Palabra clara de Dios en relación al cumplimiento.

El Espíritu en los Últimos Días

En el día de Pentecostés, Pedro dijo, “Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne” (Hechos 2:17). Al mirar el texto superficialmente, una persona podría presumir que Pedro profetizaba de un derramamiento especial del Espíritu Santo que tomaría lugar en el siglo veinte. Pero vamos a examinarlo más detenidamente.

En Hechos 2:1-11 se describe cómo el Espíritu Santo causó que los apóstoles hablaran en muchos idiomas que ni siquiera conocían. La multitud estaba maravillada y perpleja. Algunos trataron de explicarlo diciendo que los apóstoles estaban borrachos. Pedro se levantó a hablar, y declaró que no estaban ebrios. Al contrario, dijo, “Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días...”

Así que un examen cuidadoso del contexto clarifica que Pedro no estaba haciendo una profecía. Más bien, él estaba citando una profecía hecha unos 800 años antes. Pedro le decía a la gente que “esto” (los apóstoles hablando en lenguas) fue “lo dicho por el profeta Joel.” Es decir, Joel 2:28-32 no es una profecía acerca del siglo veinte. Más bien es una profecía acerca del primer siglo. Fue cumplida en el día de Pentecostés en el año 30 D.C.

La expresión, “entonces se cumplió”, a menudo nos aclara el asunto. “Entonces se cumplió” es una explicación divina del cumplimiento de una profecía. Es la interpretación de Dios.

LA TERCERA MANERA: COMPARAR PROFECÍAS SIMILARES

Hay aun otras “reglas” que suenan verídicas las cuales con un poco de explicación vienen a ser obvias. Por ejemplo, debemos estudiar juntamente las profecías similares. Pueden ser similares en el tema, similares en ciertos detalles, similares en los símbolos utilizados, o similares en algún otro aspecto.

El ejemplo más obvio es cuando varias profecías tratan del mismo tema. Por ejemplo, un estudio de la profecía contra Babilonia en Isaías 13 y 14, debe incluir el texto similar en Jeremías 50 y 51. De la misma manera, un estudio completo del juicio sobre Edom (Seir) debe incluir no solamente Ezequiel 35, sino también Abdías y una porción de Jeremías 49.

Los Cuatro Reinos

Una profecía interesante es la de las cuatro bestias en Daniel 7. A Daniel se le dice que representan cuatro reyes (7:17) o reinos (7:23). Sin embargo, el capítulo 7 no identifica claramente las bestias (reinos); así, ¿dónde comienza la profecía? Afortunadamente, hay una profecía similar que nos da luz.

A pesar de que Daniel 7 es muy diferente en muchas maneras a Daniel 2, Daniel 2 también es una profecía acerca de cuatro reinos (2:39,40). Así que las dos profecías en verdad son similares en este aspecto importante. También, puesto que ambas profecías fueron hechas por Daniel durante el tiempo del imperio de Babilonia, las dos profecías tienen un contexto histórico idéntico. Hay entonces muchas razones para creer que los cuatro reinos en las dos profecías son los mismos cuatro reinos. No hay razón para creer lo contrario.

Puesto que Daniel 2 positivamente identifica el primer reino como el poder de Babilonia (2:37,38), esto llega a ser el único punto de partida lógico para comenzar en el capítulo 7. Utilizando esta pista de semejanza como punto de partida, los otros detalles de las otras bestias en Daniel 7 caen en su lugar. Los detalles cuadran con los siguientes reinos (imperios): Medo-Persia, Grecia y Roma.

Consideremos algunas semejanzas. Apocalipsis también habla de bestias. ¿Alguna conexión al libro de Daniel? Las cuatro bestias en Daniel 7 son un león, un oso, un leopardo, y una bestia con diez cuernos. La bestia de Apocalipsis tiene diez cuernos y es como un leopardo, un oso, y un león. ¡Las mismas bestias son mencionadas en orden opuesto! ¿Quién dudaría que la semejanza es a propósito? ¿Quién cuestionaría que esto es una clave importante al entendimiento correcto de la bestia de Apocalipsis 13?

En Apocalipsis 13 se hace referencia a las mismas cuatro bestias que Daniel 7. Las cuatro bestias son cuatro reinos. El único reino que tendría las características de todos los cuatro reinos sería el último de los cuatro. El último fue el imperio romano. ¡La profecía de Apocalipsis 13 es acerca de Roma!

Así, la semejanza entre Daniel 7 y Apocalipsis 13 es un lugar importante para comenzar el estudio de Apocalipsis. La mayoría de los estudiantes de la Palabra reconoce esto. La mayoría encuentra que Roma de alguna manera u otra es el tema, ya sea en el pasado, presente, o futuro. Esta semejanza entre Apocalipsis 13 y Daniel 7 es la razón.

LA CUARTA MANERA: APLICAR LA SANA DOCTRINA BÍBLICA

La dificultad de las profecías varía entre unas muy sencillas y unas muy profundas. No hay que graduarse de la universidad, para poder entender la profecía de que el Mesías nacería en Belén. Una persona no tiene que saber letras para entender que Jesucristo viene otra vez. Muchas profecías así son parte de “la leche” de la Palabra.

Por otro lado, muchas profecías no son nada de leche. ¡Son comida sólida, carne, aun carne dura! Esto no es para menospreciarlas o sugerir que se deben evitar. Más bien, es una precaución para acercarnos a ellas con mucho cuidado y preparación.

¿Preparación? Una de las más importantes preparaciones , para no decir la más importante, es poseer un entendimiento sólido de la sana doctrina de las Escrituras.

“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia”; “entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (Hebreos 5:12,13; 2 Pedro 3:16).

Tenemos que comprender bien “los rudimentos de la doctrina de Cristo” (Hebreos 6:1,2) antes de tratar con las cosas “difíciles de entender.” Esto es imprescindible en el estudio de muchas profecías. A continuación presentamos dos ejemplos.

“La Marca de la Bestia”

¿Quién no ha pensado sobre el significado del “666,” la marca de la bestia? No es un tema fácil en ninguna manera. Pero una cosa es cierta: el estudio de la sana doctrina del Nuevo Testamento tiene que preceder el estudio de esta profecía.

¿Por qué? Por ejemplo, algunos enseñarían que la observancia del domingo es la marca de la bestia (Apocalipsis 13). Por el mismo lado, ellos enseñan que guardar el sábado es el sello de Dios en la frente de los 144,000 (Apocalipsis 7 y 14). ¿Serán posibles estas interpretaciones?

Un examen más cuidadosa del capítulo 13 de Apocalipsis revela que no hay nada en el contexto que diga que la marca de la bestia tenga que ver con el domingo. Un examen más cuidadosa de los capítulos 7 y 14 de Apocalipsis revela que no hay nada en el contexto que diga que el sello de Dios tenga que ver con el sábado. El contexto de estos capítulos es sumamente simbólico. Para ser aceptable, cualquier interpretación del simbolismo, tiene que estar en completa armonía con la clara enseñanza de la Palabra de Dios.

No es el propósito aquí entrar en los argumentos con relación al sábado frente al domingo. No es el propósito aquí descubrir cuál es la marca de la bestia y cual es el sello de Dios. El propósito aquí es sencillamente esto: aclarar que ninguna interpretación de ninguna parte de Apocalipsis es aceptable si contradice la clara enseñanza del Nuevo Testamento. El asunto del sábado contra. el domingo tiene que ser resuelto antes de estudiar las profecías del Apocalipsis. Esto aplica también a cualquier otra doctrina.

“El Templo de Dios”

Tanto 2 Tesalonicenses 2:4 como Apocalipsis 11:1 hablan proféticamente del “templo de Dios.” Antes de comenzar con estas profecías, el cristiano tiene que tener un entendimiento claro según la doctrina sólida del Nuevo Testamento, de cuál es “el templo de Dios” hoy día. Ciertamente no es un edificio de piedra y argamasa, ya sea de los judíos o de los gentiles.

Pablo les dice a los hermanos corintios: “sois templo de Dios” (1 Corintios 3:16). La iglesia es el templo de Dios hoy día. La doctrina sana del Nuevo Testamento sobre “el templo de Dios” tiene que entenderse antes de estudiar estas profecías. ¡Esta es la única manera correcta de desenredarlas!

LA QUINTA MANERA: ESTUDIAR LA HISTORIA

¿Es cierto que “la Biblia es todo lo que necesitamos”? Esto depende de lo que uno quiere decir por esta declaración. Hay un sentido en que esta declaración es verdad. También hay un sentido en que es falsa y engañosa. Uno de los problemas en el estudio de muchas profecías bíblicas es que la Biblia no tiene toda la información que necesitamos. Muchas veces tenemos que estudiar algunas fuentes fuera de la Biblia.

El tesorero de Etiopía en Hechos 8 es un buen ejemplo de la necesidad de las fuentes externas. Mientras él leía Isaías, Felipe se le acercó y le dijo, “Pero ¿entiendes lo que lees?” El etíope respondió, “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? (8:30,31). Algunos citarían este intercambio como prueba de que una persona no puede entender la Biblia por sí misma. Ellos no ven un punto muy importante. ¡El etíope estaban leyendo profecía!

El etíope no hubiera necesitado ayuda de otra persona para entender: “No matarás...No hurtarás” (Éxodo 20:13,15). El no hubiera necesitado que nadie le explicara: “El impío toma prestado, y no paga, Mas el justo tiene misericordia, y da” (Salmo 37:21). Una persona común con una educación básica puede entender una gran parte de la Biblia sencillamente leyéndola por si misma.

Pero el tesorero estaba leyendo profecía. Una profecía del Antiguo Testamento. Ninguna parte del Nuevo Testamento se había escrito. Por lo tanto el cumplimiento de aquella profecía estaba fuera de la “Biblia” de aquel entonces. El tesorero necesitaba de alguien que tuviera información adicional, alguien con datos históricos. Esa personas fue Felipe. Felipe tomó los hechos de la vida de Jesús y demostró cómo Jesús cumplió la profecía.

En el caso de cualquier profecía que no tiene su cumplimiento registrado en las páginas de nuestra Biblia (ahora completa), tenemos que buscar hechos fuera de la Biblia. Esto es donde muchas personas se equivocan.

A muchas personas nunca les gustó la historia en el escuela. El periódico y las noticias de la televisión son más interesantes para ellos. Aun más interesante para muchos son las imaginaciones de los supuestos profetas de hoy día que inventan eventos futuros a su antojo. Para muchos la historia es seca. Para muchos, la especulación del futuro cercano es más emocionante. Las personas que caen en esta trampa nunca entenderán la profecía bíblica.

Necesitamos a personas como Felipe. Necesitamos a alguien que conoce los hechos de la historia que claramente cumplen una profecía en particular. El Antiguo Testamento profetiza el regreso de los judíos a la tierra prometida. El Antiguo y el Nuevo Testamento profetizan la destrucción de Jerusalén (después de la llegada del Mesías). El Antiguo Testamento profetiza la completa desolación de Babilonia. El Nuevo profetiza la llegada del “hombre de pecado.” Para todas estas profecías y muchas más, la historia ha registrado los datos. Ya han sido cumplidas.

En el primer caso mencionado, la misma historia bíblica registra el cumplimiento. En los otros casos, solamente la historia fuera de la Biblia llevará al estudiante a su cumplimiento.

Una vez que la historia revele el cumplimiento, es vano especular acerca de la profecía bíblica basándose en los titulares del periódico de hoy. Es vano considerar las predicciones de mañana. Si la profecía ha sido cumplida, ha sido cumplida.

Comience Buscando en el Pasado

El problema es que muchas personas son muy ignorantes de la historia. Así se dejan completamente abiertas para el reclamo frecuente que “la profecía bíblica se está cumpliendo delante de nuestros ojos.” Quizás sí, quizás no. Quién no ha oído a personas reclamar que los terremotos, hambres, y guerras del día presente son profecías que se están cumpliendo en nuestros tiempos. Tenemos que mantener tales profecías en su contexto. Los terremotos, hambres, y guerras siempre han tomado lugar a través de la historia.

Toda la profecía bíblica tiene por lo menos 1,900 años. No podemos –no nos atrevemos– sencillamente dejar a un lado 1,900 años de historia y empezar a buscar cumplimientos en nuestros días. Quizás sería más fácil y más interesante, pero los resultados no pueden ser buenos.

El lugar donde debemos comenzar a buscar el cumplimiento de una profecía es en la historia inmediata después de la profecía. Partiendo de este punto, uno sigue buscando a través de la historia.

Un ejemplo: casi 2,000 años atrás, Jesús profetizó la destrucción del templo. Algunas personas comienzan en el presente. Puesto que no ven el templo en Jerusalén, llegan a la conclusión de que los judíos reconstruirán el templo para cumplir la profecía.

Pero Jesús estaba hablando del templo que ya existía. El dijo, “En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida” (Lucas 21:6). "¡Estas cosas que veis"! Así que tenemos que comenzar con lo que ellos vieron y trabajar hacia adelante en la historia. En este caso, tenemos que viajar solamente 40 años hasta el año 70 D.C. Aquí, la historia registra claramente la destrucción de Jerusalén y el templo. La historia revela el cumplimiento de la profecía.

CINCO MANERAS

La profecía bíblica no es el estudio más fácil en el mundo. Sin embargo, uno puede comenzar aplicando cinco “reglas básicas.” 1‑Estudiar el contexto. 2‑Buscar un “entonces se cumplió.” 3‑Comparar profecías similares. 4‑Aplicar la sana doctrina bíblica. 5‑Estudiar la historia. Cinco reglas básicas. Cinco claves para desenredar dificultades. Cinco maneras para comenzar —y continuar bien— en el camino de entender la profecía bíblica.

El Texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Traducido por David L. Elliott et al.