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¿por qué estudiar la profecía?

Por David Vaughn Elliott


ALGUNAS PERSONAS se fascinan y se emocionan por la profecía bíblica. Otros encuentran la profecía demasiado difícil. Aún otros la encuentran interesante. Algunos piensan que no es importante. Quieren quedarse con las cosas que son “necesarias para la salvación”. Quieren mantenerse lejos de aquella parte de la Biblia que consideran abierta a tanta especulación. ¿Quién tiene la razón? ¿Por qué estudiar la profecía de todos modos?

Hace varios años, un predicador en la ciudad de Nueva York conversaba con una mujer estudiosa. Tenía mucho conocimiento de la historia y de los escritos del famoso astrólogo del siglo 16, Nostradamus. Ella comparaba a Nostradamus con Daniel. El predicador le invitó a estudiar una de las muchas profecías detalladas de Daniel. Por causa de su conocimiento de la historia, la mujer inmediatamente reconoció el cumplimiento y rápidamente admitió que no había nada en todos los escritos de Nostradamus que se podía comparar con el detalle y la claridad de la profecía de Daniel.

La Biblia fue escrita durante un período de 16 siglos por unos 40 escritores y contiene muchas profecías notables. No son sencillamente los cálculos de un meteorólogo de las condiciones del tiempo para mañana. No son sencillamente la predicción de un comentarista de quién va a ganar las próximas elecciones. ¡Son profecías reales! Muchas de ellas se hicieron siglos antes de su cumplimiento. No hay otro libro en el mundo como la Biblia. La profecía es una de las razones.

LA BIBLIA ESTÁ LLENA DE PROFECÍA

Si usted considera el estudio bíblico importante, entonces ya usted considera el estudio de la profecía importante, aunque no lo reconozca. Porque la profecía, como podemos ver, no es un segmento pequeño de la comunicación de Dios hacia al hombre. Desde Génesis 3:15 hasta Apocalipsis 22:20, ¡la Biblia está llena de profecía!

El Antiguo Testamento

Génesis contiene muchas profecías que tienen que ver con el pueblo escogido de Dios. Deuteronomio 18 contiene la bella profecía de un profeta como Moisés que Dios levantaría. Deuteronomio 28 es una porción que tiene que leer cualquier persona que quiere entender lo que está pasando con los judíos hoy día.

Los libros históricos contienen muchas profecías. Vea por ejemplo 2 Samuel 7:1-17 y 12:10,11. Inclusive muchos Salmos son profecías. Considere los Salmos 2, 16, 22, 69 y 110.

Casi la mitad de los 39 libros del Antiguo Testamento son directamente libros proféticos. Contienen una combinación de exhortación y predicción del futuro. Los temas mayores al predecir el futuro son: el destino de las naciones, y el Mesías que viene y su reino.

Las últimas palabras del Antiguo Testamento son proféticas (Malaquías 4:5,6). “Yo os envío el profeta Elías.” Cuatro siglos más tarde, un ángel le dijo a Zacarías que su hijo (Juan) “irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías” (Lucas 1:17).

Los Evangelios

¿Cuántas veces dicen los Evangelios “para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas”, “porque así está escrito por el profeta” y expresiones similares? Para comenzar, considere los primeros cuatro capítulos del evangelio según Mateo.

Cuando los magos entraron en Jerusalén buscando el “Rey de los judíos,” Herodes sabía que buscaban al “Cristo” (el Mesías). El pensaba que los principales sacerdotes y los escribas conocerían dónde había de nacer el Mesías. El profeta Miqueas lo había predicho unos siete siglos antes. ¡Imagínese! Herodes investigó la profecía para determinar dónde enviar a los magos. Ustedes han oído el dicho “hombres sabios (los magos) lo buscan.” ¡¿Ha usted considerado que para buscarlo ellos fueron guiados por una estrella y la profecía?! La estrella no puede ayudarnos a buscarlo hoy día, ¡pero la profecía seguramente sí puede!

Note la importancia de la profecía para señalar e identificar al Mesías. Cuando Felipe descubrió a Jesús, encontró a Natanael. Le dijo, “Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret” (Juan 1:45).

La Predicación de la Iglesia Primitiva

Los apóstoles, inspirados por el Espíritu Santo, hicieron mucho hincapié en el cumplimiento de la profecía. En el libro de los Hechos capítulo 2, Lucas hace un resumen del sermón de Pedro en el día de Pentecostés en 26 versículos. De estos 26 versículos, 12 son citas directas de tres profecías del Antiguo Testamento. Por lo menos cuatro versículos adicionales son explicaciones de estas profecías. Así que, más que la mitad del primer sermón evangelístico es un estudio en la profecía.

La última mitad de otro sermón de Pedro (Hechos 3) se centraliza en las profecías hechas por medio de, o dirigidas a Abraham, Moisés, Samuel “y todos los profetas.” “Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer” (versículo 18). “Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días” (versículo 24).

Usted mismo puede leer el sermón de Pablo en Hechos 13:16-41 para ver el mismo énfasis en el cumplimiento de las profecías.

Hay También, Profecía No Cumplida Todavía

El Nuevo Testamento también registra muchas profecías que no se han cumplido todavía. La lista de todo lo que dijo Jesús acerca de Su propia segunda venida sería demasiado larga.

Tres profecías principales acerca de los últimos tiempos que se encuentran en las cartas del Nuevo Testamento son: 1 Corintios 15:12-58; 1 Tesalonicenses 4:13 a 5:11; y 2 Pedro 3:1-13. También existe 2 Tesalonicenses 2:1-12, que básicamente no es una profecía de los últimos tiempos. Mas bien, es un caso donde tenemos que estudiar con la Biblia en una mano y un libro de historia en la otra.

¡No hay ningún libro de historia que despierta la imaginación tanto como el último libro de la Biblia! Sí, contiene mucho que es difícil. Sin embargo, si Dios hubiera querido que Su último mensaje fuera un mensaje fácil, hubiera podido hacerlo así. Si hubiera querido que Su mensaje final no fuera profecía, hubiera podido hacerlo. Pero es profecía hasta el final del último capítulo, cuando hace el anuncio triunfante, “¡Ciertamente vengo en breve!” y la respuesta, “¡Amén; sí, ven, Señor Jesús!”

LA PROFECÍA ES INTERESANTE

La profecía sí despierta interés. Tan pronto recibió Daniel la visión del carnero y del macho cabrío, él “procuraba comprenderla” (Daniel 8:15). Cuando Jesús profetizó, “no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada,” sus discípulos tomaron la primera oportunidad para preguntarle, “¿cuándo serán estas cosas?” (Mateo 24:2,3).

Pedro nos dice que los profetas de la antigüedad “inquirieron y diligentemente indagaron... escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos” (1 Pedro 1:10,11). Los profetas de Dios anhelaban entender las palabras de sus propias bocas. Sin embargo, Pedro explica a continuación que los profetas no profetizaron para su propio beneficio, “sino, para nosotros, administraban las cosas.” Pedro termina el versículo diciendo, “cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.”

Profetas interesados. Ángeles interesados. ¡Pero fue destinado para nosotros! ¡Parece que es algo que vale la pena investigar, ¿verdad que sí?!

Satisface

“¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.” (Isaías 55:2). El alma necesita escuchar diligentemente a Dios para que podamos deleitarnos en lo que realmente satisface.

¿Escuchar a qué? ¿Deleitarnos en qué? ¡Este versículo está rodeado de profecía de Dios! ¿Quién no conoce el capítulo 53 de Isaías, que lo precede? Es quizás la profecía mayor del Antiguo Testamento. En adición, los versículos que siguen inmediatamente después del 55:2 profetizan la llegada del Nuevo Testamento junto con la salvación de los gentiles. Así, ¡el contexto de Isaías 55:2 nos dice que la profecía de Dios satisface!

Dios Da una Bendición

Hay más envuelto aquí que sencillamente satisfacer una curiosidad. Estudiar la profecía conlleva la bendición de Dios. Muchos creen que el cristiano puede hacer caso omiso a las profecías del libro de Apocalipsis. Sin embargo, el libro de Apocalipsis comienza con estas palabras, “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas” (1:3). Cuando escuchamos, leemos, y guardamos la palabra de la profecía, invitamos para la bendición del Dios Todopoderoso sobre nuestra alma.

El salmista dijo, “En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti” (Salmo 119:11). La profecía conlleva esa bendición, ese poder. Al fortalecer nuestra fe, nos ayuda a resistir el pecado.

LA PROFECÍA EDIFICA LA FE

Dios no requiere una fe ciega. De hecho, una fe ciega es una característica de la falsa religión. La fe tienen que ver con las cosas que no se ven. Sin embargo, la fe que Dios requiere tiene su fundamento en que lo que sí podemos ver. Por fe, nos transferimos de lo que se ve a lo que no se ve. Mire a Romanos 1:20. Nos enseña que al observar la creación que podemos ver, aprendemos del poder del Creador quien no podemos ver.

Una Prueba de que la Biblia es Palabra de Dios

La creación nos dice solamente un poco acerca de Dios. Para conocer más acerca de El, y para saber lo que El requiere de nosotros, necesitamos más información. Aquí es donde entra la Biblia. La pregunta surge: ¿cómo sabemos que la Biblia es el mensaje inspirado por Dios para la humanidad? Por fe. Sí, ¿pero cuál es la base para esa fe? A través de la historia del trato de Dios con el hombre, dos grandes líneas de pruebas han existido: 1) los milagros y 2) la profecía. Estamos considerando solamente la profecía en este escrito.

La profecía cumplida demuestra un conocimiento que va más allá de la capacidad humana. Es prueba de que Dios ha hablado. En Isaías 41, Dios reta a los dioses falsos a probar que son dioses. “Alegad por vuestra causa, dice Jehová; presentad vuestras pruebas...Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros sois dioses” (41:21-23).

Considere las profecías del destino de varias ciudades y naciones. Hay profecías detalladas de Tiro, Babilonia, Jerusalén, Egipto, Edom, Israel, Grecia y Roma, entre otras. El cumplimiento de algunas de estas profecías se registran dentro de las páginas de las Sagradas Escrituras. Otras encuentran su cumplimiento solamente en las páginas de la historia “secular”. Algunos de los cumplimientos se extienden aun hasta nuestro siglo veinte. ¡Ningún libro en el mundo tiene prueba de origen divino como la tiene la Biblia, con el cumplimiento de tales profecías!

Prueba de que Jesús es el Hijo de Dios

Como hemos notado, los evangelios están llenos de profecía. ¿Por qué? Seguramente las profecías fueron dadas para que Israel anticipara la venida de Jesús. También, ciertamente se dieron para que cuando El viniera, Israel tendría una base fuerte para tener fe en El.

No fue fácil creer que Jesús era el Hijo de Dios. El concepto de “Dios en la carne” fue totalmente extraño al pensamiento judío. Hubo una necesidad de una prueba fuerte para sostener tal declaración increíble que “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). Una persona con razonamiento no debe aceptar tal reclamo. Esto es, a menos que hubiera una evidencia muy substancial de que la persona tuviera el derecho de hacer tal reclamo.

La prueba vino en la forma de milagros y de profecía cumplida. ¡Las profecías hechas siglos antes! Ya se han dado algunos ejemplos. He aquí un ejemplo más: un ejemplo que abarca todas las profecías acerca del Mesías.

En la tarde de la resurrección de Jesús, El caminaba con dos discípulos en el camino a Emaús. No le reconocieron. Estaban desanimados porque “esperábamos que él era el que había de redimir a Israel” (Lucas 24:21). Jesús en este momento no ofreció prueba de que era El que hablaba con ellos. Antes bien, dirigió su atención a la profecía.

“Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:25-27). Su problema era incredulidad. ¡La respuesta fue el cumplimiento de profecía!

LA PROFECÍA LLENA LAS BRECHAS

Entre el Antiguo y el Nuevo Testamento hay una brecha de aproximadamente 400 años. Entre el último libro del Nuevo Testamento y el final del siglo veinte hay una brecha de aproximadamente 1900 años. ¿No ha tenido nada que decir Dios durante tales largas brechas de tiempo?

¡Seguro que sí! La profecía llena las brechas. Daniel es el que más profetiza con muchos detalles acerca del período entre los dos testamentos. De interés especial están las profecías acerca de Judas Macabeo, quien liberó a Jerusalén y purificó el templo (Daniel 8 y 11). El no es nombrado en ningún lugar en la Biblia. Hay que estudiar la historia secular para conocer el cumplimiento.

Se debe notar que “estudiar sólo la Biblia” es muchas veces insuficiente cuando estudiamos la profecía. Muchas profecías, sí, por supuesto, tienen su cumplimiento registrado en las Escrituras. Sin embargo, muchas veces tenemos que estudiar con la Biblia en una mano y un libro de historia secular en la otra. Solamente así podemos aprender los ricos detalles del cumplimiento.

La Biblia en ningún sitio registra la historia de la destrucción de Jerusalén y el templo en el año 70 D.C. Sin embargo, este evento sobresaliente fue predicho en las profecías tanto por Daniel (capítulo 9) como por el Señor (Mateo 24; Lucas 21). Un estudio de estas dos profecías y su cumplimiento histórico (especialmente utilizando al historiador Josefo) es muy importante para entender el trato de Dios con los judíos.

De la misma manera que Daniel llena la brecha entre los dos testamentos, así también Apocalipsis llena la brecha desde el final de la Biblia hasta el día de hoy. Roma juega un papel importante en estas profecías. Una vez más, las fuentes de la historia secular son imprescindibles. A través del estudio de estas profecías, obtenemos discernimiento acerca de como Dios mira muchos de los eventos mundiales después de la muerte del último apóstol.

LA PROFECÍA SOSTIENE ESPERANZA VERDADERA

El estudio de la profecía ya cumplida confirma nuestra fe. El estudio de la profecía que no ha sido cumplida sostiene esperanza verdadera. Nuestra confianza de que Dios cumplirá la profecía en el futuro se basa en la evidencia de que él cumplió las profecías en el pasado.

El deseo de conocer el futuro parece estar inherente en la humanidad. Para muchas personas la profecía es la parte más interesante de la Biblia, especialmente la profecía de los eventos que no se han cumplido. ¿Qué planes tiene Dios para nuestros tiempos? ¿Cuándo vendrá Jesús otra vez y cómo será? De la misma manera que los profetas y los ángeles indagaron y trataron de entender las profecías de la primera venida de Jesús, así también nosotros tratamos de entender las profecías de Su segunda venida.

No podemos esperar entender todo antes de que tome lugar, pero sí necesitamos lo suficiente para sostenernos. Tenemos que saber lo suficiente para no ser desviados por las esperanzas falsas. “Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:26,27).

Pablo trató con los falsos maestros que en su día decían que Cristo ya había venido. El exhortó a los hermanos “que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis...en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe” (2 Tesalonicenses 2:2,3). Tenemos que estudiar la profecía que no ha sido cumplida para no ser desviados por los falsos maestros. Tenemos que entender lo suficiente para permanecer en la verdad.

Tenemos que saber cuál es nuestra esperanza en la actualidad porque hay “una misma esperanza” (Efesios 4:4). Pablo le advirtió a Timoteo que había un mensaje “como gangrena.” Venía de hombres “que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos” (2 Timoteo 2:17,18).

¿Entendió usted eso? Tenemos que entender cuál parte del programa de Dios es pasado y cuál parte es futuro. Cuál profecía ha sido cumplida y cuál todavía falta para cumplirse. Mezclar el pasado y el futuro de Dios podría tener el resultado de trastornar nuestra fe. Un entendimiento de la profecía tanto la cumplida como la no cumplida es un asunto de caminar en la fe. Es asunto de permanecer en una esperanza verdadera.

Esperanza con una Advertencia

La profecía del futuro tiene que ver con la esperanza. Si la esperanza se coloca en un lado de la moneda de la profecía no cumplida, la advertencia se encontrará en el otro lado. “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mateo 25:13).

“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:8). ¡Cada texto que trata del infierno es una profecía! Cada texto que trata del Día de Juicio es una profecía. Cuando Marcos 16:16 dice, “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado,” ¡es profecía!

Se puede ver que si se sacara la profecía de la Biblia, se destruiría efectivamente el mensaje de la Biblia. No sólo eso, ¡sino que condenaría su alma! ¿Palabras fuertes? Escuche: “Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro” (Apocalipsis 22:19).

¿POR QUÉ ESTUDIAR LA PROFECÍA?

¿Por qué estudiar la profecía? De hecho, ¿qué buena razón podría existir para no estudiar la profecía bíblica? ¿Es demasiado aburrida? ¡Jamás en la vida! ¿Es demasiado difícil? ¡Las cosas de valor cuestan! ¿No hay suficiente tiempo? ¡Sacamos tiempo para lo que es importante para nosotros!

¿Es Jesús de Nazaret el Mesías prometido o no? La respuesta se encuentra en la profecía bíblica. ¿Cómo se va a acabar el mundo? La respuesta se encuentra en la profecía bíblica. ¿Por qué son perseguidos los judíos? La respuesta se encuentra en la profecía bíblica. ¿Cuándo vendrá el Anticristo? La respuesta se encuentra el la profecía bíblica.

La profecía nos puede dar una razón para tener fe; puede enriquecer la fe que tenemos. La profecía puede poner nuestra mirada en las cosas que realmente tienen importancia en la vida: en las cosas eternas. La profecía es la Palabra de Dios. Si usted valoriza su alma, si usted busca a Dios, usted estudiará la Palabra profética de Dios. ¡Dios le bendecirá por hacerlo!

El Texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Traducido por David L. Elliott et al.