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El Hombre De Pecado —La Profecía

Por David Vaughn Elliott

Todos somos pecadores. Sin embargo, solo un hombre en toda la historia se señala como “el hombre de pecado, el hijo de perdición… aquel inicuo”. No es una descripción agradable. Pero ¿por qué hablar de él? Porque la Palabra de Dios habla de él.

La mayoría de los estudiantes de las Escrituras, pasados y presentes, ven una conexión entre el “hombre de pecado” de 2 Tesalonicenses capítulo 2 y “el cuerno pequeño” de Daniel capítulo 7. También ven una conexión con una o más de las bestias de Apocalipsis capítulo 13 y con “la gran ramera” y “Babilonia” en Apocalipsis capítulos 17 y 18. Desde los tiempos antiguos, estas profecías sobresalientes se han agrupado bajo el título común de “el Anticristo”.

A pesar de que existe este acuerdo, los puntos de vista con relación al cumplimiento varían drásticamente. ¿Es este enemigo de Dios alguien en el pasado, el presente, o el futuro? El punto de vista más popular hoy día, el futurismo, dice que todavía está en el futuro. Al otro extremo hay un punto de vista que está ganando popularidad, el preterismo, que cree que él es una reliquia de la historia antigua. Sin embargo, a través de cientos de años la gran mayoría de los creyentes de la biblia sin desviarse han proclamado que “el hombre de pecado” es una realidad presente.

Puesto que hay tantos puntos de vista contradictorios, muchos creyentes no se preocupan por tratar de descifrar quién es el hombre de pecado en 2 Tesalonicenses 2. Sin embargo, si leemos el contexto con cuidado, encontramos que esto no es meramente un estudio vano de curiosidad. Hay asuntos eternos en juego aquí.

¿Qué Diferencia Hace Esto?

Número Uno: Cristo contra “el hombre de pecado” (versículos 2-3). Se enfrentan nuestro Señor Jesucristo por un lado y “el hombre de pecado” por el otro. Pablo asegura a sus lectores no solamente que Cristo viene, sino que “el hombre de pecado” también viene. Lo mejor y lo peor. El Hijo de Dios contra un hijo de Satanás (versículo 9). Lo que está envuelto es nada más y nada menos que la eterna batalla entre las fuerzas del bien y del mal. La batalla eterna entre Dios y Satanás.

Número Dos: “no os dejéis mover fácilmente” contra “la apostasía” (versículos 2-3). Algunas personas piensan que el estudio de la profecía no tiene mucho que ver con el cristianismo “práctico”. ¿Cuánto más práctico puede ser estar firme o caerse? El problema es que muchos creyentes creen que apostasía tiene que ver solamente con la borrachera, el adulterio, el dejar de congregarse, y cosas semejantes. Sin embargo, Pablo habla de dejarse mover al no saber si el día de Cristo está en el pasado o en el futuro. Pablo habla de “la apostasía” que envuelve la adoración en el santuario (templo) de Dios. Tenemos que investigar para ver de qué se trata todo esto.

Número Tres: “el amor de la verdad” contra “no recibieron el amor de la verdad” (versículo 10). Ame a Dios. Ame a Jesús. Ame a su hermano. Ame a su cónyuge. Ame a su prójimo. Ame a su enemigo. Y también —ame a la verdad. Para algunas personas “amar” significa “sexo”. Para otros, “amar” significa “aceptar sin condiciones” lo que haga o crea otra persona. “El amor de la verdad” no es popular en nuestra sociedad relativista y materialista. No es popular con el club de hacer-lo-que-te-haga-sentir-bien. Si uno ama a la verdad, la buscará diligentemente como tesoro escondido (Proverbios 2:1-4).

Número Cuatro: “la verdad” contra el “engaño, “un espíritu engañoso”, y “la mentira” (versículos 10-11). Vivir la vida cristiana es más que practicar la moralidad. Tiene que ver con lo que creemos. Tiene que ver con la verdad contra el error. En el jardín de Edén, fue la verdad de Dios contra la mentira de Satanás. Todavía lo es. Eva permitió que sus deseos nublaran la verdad. Pablo le dice a Timoteo y a los corintios que Eva fue engañada (1 Timoteo 2:13-14; 2 Corintios 11:3). En la misma manera millones hoy día son engañados por “el hombre de pecado”. No estamos tratando aquí con una vana curiosidad profética. Estamos tratando con el asunto de la verdad contra las mentiras. Jesús es la verdad. Satanás es el padre de la mentira. De esto se trata esta profecía.

Número Cinco: los “salvos” contra los “condenados” (versículos 10 y 12). La eternidad está envuelta en la profecía del “hombre de pecado”. Salvo o perdido; bendecido o condenado. Muchos cristianos tratan de esquivar algunos temas diciendo, “Pues, no es asunto de la salvación”. Sin embargo, los asuntos de esta profecía en particular tienen mucho que ver con la salvación. Esta profecía tiene mucho que ver con entender las características de los que son salvos y de los que son condenados. Es asunto con consecuencias eternas.

Número Seis: la justicia contra “la injusticia” (versículo 12). La moralidad sí importa. No se puede creer correctamente y vivir incorrectamente. El asunto aquí tiene que ver con los que “se complacieron en la injusticia”. Esto nos recuerda de los “amadores de los deleites” de 2 Timoteo 3:4. El pecado es divertido —divertirse ahora, pagar después. Si no fuera divertido ahora, ¿por qué la gente se molestaría con él? Moisés escogió “antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado” (Hebreos 11:25). El hombre de pecado tiene que ver con una religión divertida. Es divertida porque uno puede tener un pie en la iglesia y otro pie en el mundo. Ellos rinden culto y a la misma vez “se complacieron en la injusticia”.

Estas son seis razones sólidas para probar que la profecía del “hombre de pecado” amerita un estudio serio de parte de cada persona que se preocupa por su relación con el Dios del universo y con Su Hijo precioso.

Esclarecimiento de Asuntos Importantes

Antes de tratar de encontrar el cumplimiento de la profecía del hombre de pecado, tenemos que prestar atención con cuidado a exactamente lo que se predice. Hay que considerar todos los elementos de la profecía, no solamente algunos seleccionados. Las palabras y expresiones tienen que definirse correctamente. Un diccionario en español puede ayudar; pero también, los términos tienen que interpretarse a la luz de lo que el resto de la Biblia enseña. La interpretación de la profecía siempre tiene que estar de acuerdo con la sana doctrina de las Escrituras. En adición, las profecías en otras partes de la Biblia pueden ofrecer las claves importantes para llegar a una interpretación correcta de simbolismos proféticos. Con estas consideraciones en mente, vamos a examinar algunos asuntos importantes en la profecía del hombre de pecado, prestando atención cuidadosa al mismo texto como también al resto de las Escrituras.

¿Cuál “Templo de Dios”?

Una de las preguntas más importantes en esta profecía es el significado de “el santuario (templo) de Dios”, puesto que es el lugar donde el hombre de pecado se sentaría. Un milenio antes de Cristo, Salomón construyó un gran templo para Dios en Jerusalén. Cuatro siglos más tarde, Dios envió a Nabucodonosor, rey de Babilonia, para derribar ese templo y toda Jerusalén por los pecados de Judá. Tres grandes profetas de Dios, Isaías, Jeremías, y Daniel, predijeron la reedificación de Jerusalén y del templo después de esa destrucción. Esdras y Nehemías registran los hechos históricos de la reedificación que fue terminada más de cuatro siglos antes de Cristo.

A pesar de que el templo fue reedificado, tanto Daniel como Jesús profetizaron la destrucción de ese segundo templo, de la misma manera que el primero fue destruido. Estas predicciones fueron cumplidas poderosamente en el año 70 d.C., cuando los romanos aplastaron la rebelión judía. En verdad fue Dios quien trajo juicio sobre Jerusalén y el templo porque la nación judía rechazó a Cristo (Lucas 19:41-44).

Los que reclaman que un tercer templo se va a edificar en el futuro basan su opinión solamente sobre inferencia. Sus argumentos son más o menos así: puesto que el hombre de pecado se sentará en el santuario (templo) de Dios, el templo en Jerusalén tiene que ser reedificado para que se pueda cumplir la profecía. Sin embargo, uno puede preguntar con mucha razón: ¿Cuál es la prueba de que “El santuario (templo) de Dios” en 2 Tesalonicenses 2 tiene que ser un templo físico en la Jerusalén física? De hecho, hay por lo menos tres razones para rechazar tal interpretación.

Primeramente, es un hecho claro de que ninguna Escritura hace tal predicción. No hay ni una sola profecía bíblica que predice una reconstrucción del templo en Jerusalén después de su destrucción en el año 70 d.C.

Segundo, uno tiene que considerar la naturaleza del templo en Jerusalén en el Nuevo Testamento. Todo el mundo entiende que el templo en Jerusalén fue el templo de Dios cuando Jesús llegó al escenario. Jesús mismo dijo del templo, “Quitad de aquí esto; no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado” (Juan 2:16). Fue en el templo donde los animales eran sacrificados y su sangre derramada para perdón de los pecados del pueblo. Sin embargo, Jesús vino al mundo para ofrecer Su propio cuerpo y sangre como el perfecto sacrificio por los pecados. Así, en el momento de Su muerte, Dios actuó de una manera sin precedente: “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron” (Mateo 27:51). En esta manera gráfica Dios declaró que cuando Jesús murió, había terminado con ese templo físico.

Después de rasgar el velo, el término “casa de Dios” nunca más se refiere al templo en Jerusalén. Un templo físico no ha existido ya por más de mil novecientos años. Cualquier templo físico que se construya hoy día para restaurar la adoración del Antiguo Testamento sería como una bofetada en la cara de Jesús, quien derramó Su sangre para acabar con los sacrificios de los animales en el templo. El segundo Templo que existió en los días de Jesús, cesó de ser templo de Dios, en el momento en que Jesús murió. Cuarenta años después, Dios envió a los romanos para destruir totalmente ese templo. Si un tercer templo, se construyera, no sería templo de Dios, ni siquiera por un instante.

Tercero, 1 Timoteo 3:15 dice claramente: “para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia de Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (itálicas mías). La Escritura no puede decir más claramente lo que es “la casa de Dios” hoy día —la iglesia de Dios.

Lo mismo aplica a la expresión “santuario (templo) de Dios”. Un examen demuestra que después de la muerte de Jesús, “santuario (templo) de Dios” nunca más hace referencia al templo físico en la Jerusalén física. Más bien, hace referencia a la iglesia de Dios. Parece que nuestros hermanos en Corinto no estaban muy claros en este punto. Así que Pablo les preguntó, “¿No sabéis que sois santuario (templo) de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 3:16). Hoy día haríamos unas preguntas parecidas: Cuando estudian la profecía acerca del templo de Dios, ¿no saben ustedes que, desde la muerte de Jesús, el pueblo de Dios es el templo de Dios? ¿No saben que la casa de Dios es la iglesia de Dios?

Esta es sana doctrina. Usando la sana doctrina como la base para el estudio de la profecía, el estudiante cuidadoso del Nuevo Testamento reconocerá que cuando 2 Tesalonicenses capítulo 2 habla proféticamente del “santuario (templo) de Dios”, tiene que estar profetizando acerca de la iglesia. Algo malvado iba a pasar en la iglesia de Jesús.

¿Qué es la Apostasía?

Otro asunto importante es el significado de la expresión “la apostasía” (2 Tesalonicenses 2:3). Varias versiones en inglés la traducen figurativamente: “la caída”. Más literalmente, un diccionario de la lengua española da el significado como: “abandono de las creencias en que uno ha sido educado”.

Un hombre no puede caerse de un acantilado si nunca estuvo en el acantilado. Un niño no puede caerse de un tren si nunca se montó al tren. Hablando literalmente, alguien no puede abandonar algo que no ha poseído. Dado que esta profecía tiene algo que ver con el “santuario (templo) de Dios”, la iglesia, es, por tanto, la predicción de una caída de la iglesia verdadera, el abandono de la fe verdadera. Es una profecía acerca de la apostasía, una profecía acerca de apartarse de la fe dada “una vez por todas” (Judas 3). La profecía no puede estar hablando acerca del judaísmo, porque vino antes de la iglesia de Cristo. No puede estar hablando del islam, porque es una religión completamente distinta sin relación al evangelio de Cristo. Tenemos que estudiar la historia de la iglesia para encontrar la caída, la apostasía.

La profecía tampoco se trata de cualquier caída. Profetiza “la” caída, “la” apostasía. Parece indicarnos que para encontrar el cumplimiento tenemos que encontrar la iglesia falsa más sobresaliente de toda la historia.

Junto con la idea de la caída, está “aquel inicuo” (2 Tesalonicenses 2:8-9). Una versión en español traduce así: “ese impío (sin ley)” (paréntesis de ellos). Otra versión traduce: “hombre de anarquía”. En otras palabras, daría la espalda a la ley de Cristo, y establecería sus propias leyes. Una persona es inicua (pecadora) al quebrantar una sola ley. Sin embargo, “aquel inicuo” conlleva la idea de alguien que repetidamente y de manera grande se opone a los mandamientos del Nuevo Testamento. Esta profecía no se trata de cualquier apostasía pequeña del evangelio verdadero. Predice una apostasía de mayores proporciones.

Pablo escribió a los tesalonicenses hace más de mil novecientos años. Antes de pensar que el “hombre de pecado” pueda estar en el futuro, un creyente debe rebuscar los mil novecientos años de historia de la iglesia para ver si la profecía ha sido ya cumplida. Cuando las personas hacen caso omiso a diecinueve siglos del cristianismo, es más fácil que sean engañados con la idea de que el cumplimiento queda todavía en el futuro.

¿Un Hombre o un Grupo de Hombres?

¿Cuántas personas están envueltas en la expresión “el hombre de pecado”? Puede aparentar ser una pregunta extraña puesto que el texto claramente dice “el hombre” de pecado (2 Tesalonicenses 2:3). Sin embargo, en la profecía bíblica, una persona muchas veces representa un grupo de personas. Por ejemplo, la mayoría de los estudiantes están de acuerdo que las cuatro bestias en Daniel 7 representan a Babilonia, Persia, Grecia, y Roma. Cada bestia representa un imperio completo. En Daniel 7:23 dice que la cuarta bestia sería “un cuarto reino en la tierra”. Pero, el versículo 17 dice, “Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes”. Así que una bestia representa un hombre, y ambos representan un reino. Este simbolismo bíblico no es tan extraño como algunos piensan. ¿Ha oído del “tío Sam” que representa a los EE.UU.? ¿Y qué del elefante y del burro que representan los partidos políticos: los republicanos y los demócratas?

Este mismo tipo de simbolismo se encuentra en Apocalipsis 17. ¿Quién argumentaría que “la gran ramera” es una profecía de una prostituta literal de un prostíbulo? De hecho, la profecía misma aclara cualquier duda cuando el versículo 18 dice, “Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra”. Una mujer representa una ciudad entera. Ella representa especialmente el poder de los líderes de esa ciudad para ejercer control sobre muchas naciones.

Tanto Daniel como Apocalipsis hacen claro que un individuo proféticamente podría representar una ciudad entera o un imperio entero, especialmente los poderes gubernamentales.

Un Asunto de Religión

No se puede hacer caso omiso al hecho de que el “culto” está envuelto en esta profecía (2 Tesalonicenses 2:4). Independientemente del poder político que pueda tener, “el hombre de pecado” es una figura religiosa. Se presenta como Dios para ser “objeto de culto”. Además, hace esto en el santuario de Dios, que es la iglesia.

Dios no desea cualquier religión. El primer homicidio en la raza humana fue por motivo religioso. “Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante” (Génesis 4:4-5). El primer pecado registrado de Caín no fue homicidio, ni siquiera odio para con su hermano. El primer pecado de Caín fue una adoración falsa.

La Biblia está llena de registros de conflictos religiosos. Jesús, por ejemplo, le dijo a la mujer samaritana, “Vosotros adoráis lo que no sabéis” (Juan 4:22). Jesús dijo de los líderes religiosos de Su día, “en vano me rinden culto, enseñando doctrinas, que son preceptos de hombres” (Mateo 15:9). “El hombre de pecado” tiene mucho que ver con la adoración falsa.

Milagros por Satanás

La iglesia apóstata aquí prevista sería “por la actuación de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos” (2 Tesalonicenses 2:9). Esto eliminaría a muchas personas y organizaciones apóstatas como candidatos para “el hombre de pecado”. “El hombre de pecado” hace milagros. Que Satanás haga milagros no es nada nuevo en la Biblia. Tan temprano como en los tiempos del Éxodo, los magos de Faraón eran capaces de duplicar las señales de Moisés de convertir las varas en culebras, de convertir el agua en sangre y de producir una plaga de ranas (Éxodo. 7:8 a 8:19). Sí, Moisés por la mano del Todopoderoso hizo más que ellos. Sin embargo, no se equivoque sobre esto. Estos magos paganos hicieron milagros verdaderos.

Hay muchas maneras en que el pueblo de Dios puede distinguir entre los milagros de Dios y los milagros de Satanás. Una manera es exactamente lo que se registra en Éxodo 8:18: “Y los hechiceros hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron”. Ellos habían hecho muchos milagros, pero llegó el momento cuando trataron y fracasaron. Cualquiera que trata de hacer un milagro y fracasa no es de Dios. Su fracaso demuestra que los milagros que en verdad hicieron eran de origen Satánico.

Poder Engañoso

No debemos pasar por alto el hecho de que “un espíritu engañoso” (2 Tesalonicenses 2:11) es parte del escenario. No espere que la gente del mundo se convenza fácilmente de que alguna iglesia falsa sea “el hombre de pecado”. No espere que el movimiento ecuménico lo crea. No espere que los que ponen la unidad por encima de la doctrina pura lo crean. “El hombre de pecado” es muy religioso; él hace milagros, y muchos consideran que está en la verdadera iglesia de nuestro Señor. Las multitudes serán poderosamente engañadas.

Comenzó en los Días de Pablo

Pablo lo hizo claro que en su tiempo ya estaba “en acción el misterio de la iniquidad” (2 Tesalonicenses 2:7). Por tanto, al buscar el cumplimiento de esta profecía, tenemos que buscar algún espíritu, alguna actividad que ya estaba actuando en el primer siglo. No tiene sentido empezar a buscar en el año 2000 y buscar hacia atrás. Mucho menos sentido tiene teorizar sobre alguna posibilidad futura. ¿Cómo podemos creer que algo que ya estaba trabajando en los días de Pablo no haya podido salir a la luz por más de mil novecientos años?

Más bien, es más sabio comenzar la búsqueda en el primer siglo y seguir hacia adelante en el tiempo. Tenemos que examinar el desarrollo de la historia de la iglesia desde su origen. Tenemos que buscar algo que ya estaba actuando en los días de Pablo que con el tiempo llegó a ser una iglesia completamente apóstata. Cuando encontremos esto, y si cumple todos los detalles de la profecía, entonces hemos encontrado “el hombre de pecado”.

Viene Antes de que Jesús Venga

¿Quién viene primero, Jesús o el hombre de pecado? La Escritura nos dice claramente: “Y entonces será revelado aquel inicuo, a quien el Señor… reducirá a la impotencia con la manifestación de su venida” (2 Tesalonicenses 2:8). Puesto que Jesús destruirá el inicuo cuando venga otra vez, el inicuo tiene que estar aquí primero.

El futurismo reclama que la “venida” en el versículo 1 de 2 Tesalonicenses 2 es el Rapto, y la “venida” en el versículo 8 es “la Segunda Venida” que será siete años más tarde. Sin embargo, la palabra griega para “venida” en el versículo 1 es la misma palabra que se usa en el versículo 8. El texto no da ningún indicio de dos venidas diferentes de Jesús, una segunda venida seguida por una tercera venida. En el versículo 1, Pablo introduce el tema: “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo…” En los versículos 1 y 2, Pablo sencillamente dice que no deben pensar que la venida de Jesús ya haya sucedido. En el versículo 3 él da una razón por la cual no deben pensar que Jesús ya haya venido: Jesús no volverá hasta que venga el hombre de pecado. En los versículos 4-7, Pablo da muchos detalles con relación a este hombre de pecado. En el versículo 8 Pablo declara, “Y entonces será revelado aquel inicuo, a quien el Señor… reducirá a la impotencia con la manifestación de su venida”. En pocas palabras, Pablo enseña que el Señor no viene hasta que el hombre de pecado venga, y cuando el Señor venga, destruirá al hombre de pecado, el inicuo. El hombre de pecado viene primero, Jesús viene más tarde.

Qué Buscar

Un estudio cuidadoso de la profecía del hombre de pecado en su contexto bíblico lleva a varias conclusiones importantes:

  • Después de la muerte de Cristo, la expresión “santuario (templo) de Dios” en las Escrituras siempre se refiere a la iglesia de Jesús.

  • La palabra “apostasía” significa la caída. La profecía se trata de una iglesia apóstata o caída.

  • El “culto” está envuelto, pero es un culto falso de alguien que se presenta como Dios.

  • El que guía esta iglesia apóstata se llama el hombre de pecado o inicuo. Una comparación con otras Escrituras proféticas demuestra que un “hombre”, singular, puede representar un grupo de hombres.

  • Esta iglesia apóstata y su liderazgo tienen el poder de hacer milagros.

  • Las tendencias que llevaban en esta dirección ya estaban en acción en los días de Pablo y serían completamente desarrolladas antes de la venida de Jesús.

La búsqueda para el cumplimiento de la profecía del hombre de pecado tiene que tomar en consideración todas estas conclusiones basadas en la Biblia. La profecía del hombre de pecado es una predicción de una iglesia y liderazgo apóstatas plenamente desarrolladas que tomaría lugar antes de la venida de Jesús para Su iglesia. Ya había un movimiento hacia la apostasía antes de que Pablo escribiera. La búsqueda por un cumplimiento tiene que comenzar en los días de Pablo y seguir adelante en la historia de la iglesia hasta que se encuentre una gran iglesia apóstata que hace milagros y que tiene un liderazgo que reclama tener las características de Dios.

Textos bíblicos de la Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2018 por HarperCollins Christian Publishing. Citada con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.

Traducido por David L. Elliott et al.