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El Hombre De Pecado —La Realidad

Por David Vaughn Elliott


A través de la historia, muchos creyentes han visto que el hombre de pecado de alguna manera está relacionado con Roma. Los cristianos de los primeros siglos creyeron que la caída de Roma precipitaría la llegada del hombre de pecado. Siglos más tarde los protestantes de la reforma creyeron que esto fue exactamente lo que pasó e identificaron al Papa de Roma como el hombre de pecado. ¿Tenían razón los Reformadores en su punto de vista de que las doctrinas de la Iglesia romana y el puesto del Papa romano cumplen los detalles de la profecía del hombre de pecado?

Para comenzar a contestar esta pregunta, el artículo “El Hombre de Pecado –la Profecía” se dedica a un estudio cuidadoso de qué exactamente era lo que 2 Tesalonicenses 2 predijo. Luego, el artículo “El Hombre de Pecado –la Historia presenta interpretaciones que los creyentes de la biblia a través de los siglos han dado a la profecía. La investigación da evidencia de que, desde la Reforma hasta tiempos recientes, la posición entre creyentes no católicos era que la profecía del hombre de pecado se cumplió en los papas de Roma.

La tarea que se nos presenta en este artículo es examinar las creencias y las prácticas de la iglesia romana y del papado. ¿Estarán correctos los estudiantes de la profecía que dicen que las creencias y las prácticas de Roma cumplen los detalles de la apostasía y de la profecía del hombre de pecado? o ¿debemos buscar un cumplimiento futuro? Para encontrar la respuesta, no es necesario recurrir a información privada, acuerdos secretos y agendas escondidas de Roma. Más bien es suficiente examinar los reclamos abiertos, públicos y admitidos de Roma que cualquier persona puede leer en las muchas fuentes oficiales católicas disponibles.

“Se Sienta… como Dios”

Como punto central de toda esta enseñanza sobre el “hombre de pecado” está el hecho de que “se sienta… como Dios”. El Espíritu Santo dijo, “el cual se opone y se exalta sobre todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el santuario de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Tesalonicenses 2:4). Reclamar los atributos de Dios es blasfemia (vea Marcos 2:5-7). Apocalipsis dice que la bestia está “llena de nombres de blasfemia” (17:3). ¿Están los “papas” de Roma llenos de nombres de blasfemia”? ¿Es verdad que cada uno “se sienta en el santuario de Dios como Dios haciéndose pasar por Dios”? Obviamente, Roma lo niega. Sin embargo, considere las implicaciones envueltas en los siguientes términos y hechos:

1. “Papa” quiere decir padre: Jesús dijo claramente, “Y no llaméis padre vuestro en la tierra a nadie; porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos” (Mateo 23:9). La enseñanza católica contesta este texto con 1 Corintios 4:15: “Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tenéis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio”. En este y otros textos, Pablo expresa una relación de padre e hijo entre él y sus convertidos y los colaboradores muy cercanos a él como Timoteo. Sin embargo, lejos de apoyar el uso de “padre” como un título para un oficio en la iglesia, este texto lo niega. Pablo está diciendo que él es su padre porque fueron convertidos por medio de la enseñanza de él. Él dice que tienen muchos ayos, pero no muchos padres. Tales relaciones especiales no apoyan en ninguna manera el uso de “padre” como un título oficial. En Mateo 23, Jesús enseñó que en la iglesia no debemos llamar a los hombres por sus títulos, aun cuando el título es correcto, como maestro (Mateo 23:10; Efesios 4:11). Aun cuando las iglesias tienen pastores, por ejemplo, los miembros no deben dirigirse a ellos por ese título.

Contrario a esta enseñanza, los papas de Roma libremente aceptan el título de “Santo Padre” no solamente de las multitudes de católicos de los cuales no tienen ningún conocimiento personal, sino también de los que no son católicos y no aceptan la autoridad papal. En adición a esto, el mismo término “papa” significa padre. La palabra moderna en inglés “pope” viene del viejo inglés (papa), que viene del viejo latín. Por supuesto, “papa” todavía se usa por niños en inglés como un término familiar para su padre. En español, la palabra familiar para padre y la palabra papa son idénticas menos el acento: papá y papa. En el idioma griego la palabra para padre es pappas. Esto también explica el origen de las palabras “papado” y “papal”. En breve, el término que más se usa para el obispo de Roma es “Papa”, que significa padre. Este término es un título honorario que expresa la paternidad de un hombre sobre la iglesia universal.

Por otra parte, los sacerdotes de parroquias locales se llaman abiertamente “Padre” tanto por católicos como por los que no son católicos. El término no se usa para expresar una relación personal entre convertidos y colaboradores. Más bien, se usa como un título que da gloria a una clase de hombres en particular que los coloca a un nivel que pertenece solamente al Dios del universo. La iglesia católica está llena de padres en todo el mundo, mientras que su padre en Roma es el más importante, universal, y “Santo Padre”. Él es el padre de sus padres. Sin embargo, nuestro padre no debe estar ni en la parroquia local ni en Roma. Nuestro Padre debe ser el Único en el cielo. Hay “un Dios y Padre de todos” (Efesios 4:6). “Sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas” (1 Corintios 8:6). “Uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos” (Mateo 23:9). El Dios Todopoderoso es el único que es Padre de todos nosotros. Que un hombre reclame ser el padre de la iglesia universal es blasfemia. Él está “haciéndose pasar por Dios”.

2. La cabeza de la iglesia: El “papa” romano reclama ser la cabeza de la iglesia. Se dice a menudo que es “la cabeza visible de la iglesia”, con el entendimiento obvio de que Cristo es la cabeza invisible. ¿Pero qué impacto tiene esta idea sobre la figura que se usa frecuentemente en las Escrituras de que la iglesia es el cuerpo de Cristo? ¿Puede un cuerpo tener dos cabezas?

Con relación a la obra de Dios por medio de Cristo, la Escritura dice: “y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia” (Efesios 1:22-23). No hay dos cabezas. Jesús es “cabeza sobre todas las cosas a la iglesia” (itálicas mías). Reclamar ser cabeza de la iglesia es hacerse igual a Cristo, el Hijo de Dios.

3. Pontífice: El término “pontífice” viene de la antigua Roma pagana. Los pontífices eran sus sumos sacerdotes. Puesto que los líderes individuales en las iglesias romanas en todo el mundo se llaman “sacerdotes”, al de Roma se le considera “el Sumo Pontífice”. Es otra forma de decir “sumo sacerdote”, y esto presenta un problema verdadero. Según la Escritura: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que pasó a través de los cielos, Jesús el Hijo de Dios… sin pecado” (Hebreos 4:14-15). “Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre” (Hebreos 7:28). Jesús es nuestro solo y único Sumo Sacerdote. Reclamar ser sumo sacerdote es reclamar una posición que pertenece solamente a Jesucristo, el ungido Profeta, Sacerdote, y Rey. En la medida que Jesús es nuestro Sumo Sacerdote y es Dios, cualquier hombre que reclama ser sumo sacerdote (Supremo Pontífice) está reclamando ser Dios. Cuando el Papa de Roma se sienta como el Supremo Pontífice en la iglesia, él está sentado “en el santuario de Dios como Dios”.

4. Vicario de Cristo: Un término común para los papas es “vicario de Cristo”. “Vicario” viene del latín que quiere decir sustituto. Roma reclama que el Pontífice Romano está actuando a favor de y en lugar de Cristo. Él es un sustituto por Cristo. A la medida que los papas reclaman funcionar en el lugar de Cristo, se manifiestan como Cristo en la tierra. El concepto de “Vicario de Cristo” es parecido al concepto de “cabeza visible de la iglesia”. Su idea es que Cristo ya no está físicamente aquí con nosotros, pero el Papa de Roma está aquí físicamente tomando Su lugar. ¿Sería posible que cualquiera tomara el lugar de Cristo?

5. Los Papas reclaman primacía: Roma habla mucho de la primacía de Pedro, y reclama que ha sido pasada a todos los obispos de Roma. Las palabras “primacía” y “primario” no se encuentran en las Escrituras ni con referencia a Pedro ni a ningún otro. Sí, Pedro fue sobresaliente entre los apóstoles, pero no tenía autoridad sobre los demás. La Escritura dice que “a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles” (1 Corintios 12:28). No dice, “primeramente Pedro”. Dice, “primeramente apóstoles”. Utiliza la forma plural. Pedro es solamente parte de este grupo.

A pesar de que la palabra “primacía” no se encuentra en la Biblia, la palabra parecida “preeminencia” se registra; sin embargo, no hace referencia a Pedro. Pablo declara de Cristo: “y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia… para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:18, itálicas mías). En 3 Juan 9-10 aprendemos de “Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar [preeminencia] entre ellos… recordaré las obras que hace tratando de denigrarnos con palabras malignas”. Estos dos textos hacen claro que la primacía pertenece a Cristo en todas las cosas, mientras que es maligno cuando los hombres en la iglesia buscan tener primacía.

Pablo declaró: “ya está en acción el misterio de la iniquidad” (2 Tesalonicenses 2:7). Entre otras cosas, ese misterio era la lucha de los hombres para tener el primer lugar, preeminencia, y primacía en la iglesia del Señor. Durante la vida de Jesús los apóstoles mismos tenían este problema: “Hubo también entre ellos un altercado sobre quién de ellos parecía ser mayor” (Lucas 22:24). Con relación a Diótrefes, él solamente buscaba el primer lugar en una iglesia local. Los estudiantes de la historia de la iglesia saben que la lucha por primacía siguió sin detenerse, pero no solamente en iglesias locales individuales. Los hombres buscaron más y más poder sobre más y más iglesias hasta que alguien reclamó tener el primer lugar sobre todas las iglesias del mundo. Esa persona fue el obispo de Roma. Él reclamaba y sigue reclamando la primacía. Tal reclamo a la primacía es un reto a la primacía de Cristo y cumple la profecía en Tesalonicenses. Jesús tiene la preeminencia y la primacía en la iglesia “en todo” ya sea en el cielo o en la tierra. Ningún hombre puede tener la primacía en la iglesia del Señor.

6. El papa de Roma es un rey: El pontífice romano usa todos los atavíos de la realeza. Él vive en un palacio. De hecho, el Palacio Vaticano es el palacio más grande del mundo. Él tiene una corona ornamentada llamada tiara. Para funciones solemnes, él se sienta en un trono. Su período de poder se llama un reinado. Los cardenales se consideran príncipes de la iglesia que están sujetos solamente al papa de Roma. A pesar de que los católicos generalmente no usan el término “rey” para el Papa de Roma, algunos sí lo usan. También usan muchas otras expresiones que confirman este concepto. Sin embargo, nuestro Rey es Jesús. Un reino no puede tener dos reyes.

7. Este rey tiene tres coronas: La tiara se puede identificar desde el año 1100 d.C. Para el año 1300 d.C., contenía no una, sino tres coronas llenas de joyas, una encima de la otra en un cono redondo para ajustar en la cabeza. Cada corona representa un reino sobre el cual los papas reinan. Las autoridades no están completamente de acuerdo con la explicación de los tres reinos sobre los cuales el “papa” reina, pero es obvio que él reclama todas clases de reinados tanto espirituales como temporales. A pesar de que Juan Pablo II no usó físicamente la tiara, en ninguna manera ha renunciado a la tiara y lo que representa. Al contrario, la tiara aparece hoy en su sello papal y en la bandera del Vaticano. En esta manera el Papa romano todavía se presenta como un monarca coronado tres veces. Jesús en la tierra tenía una sola corona. ¿Recuerdan de lo que fue hecha?

8. Por encima de la ley: El pontífice romano se hace como Dios tanto que se coloca más alto que el Hijo de Dios. Cuando Jesús estaba sobre la tierra, voluntariamente se sometió a pagar los impuestos (Mateo 17:24-27) y también se sometió al concilio judío, al gobernador romano Poncio Pilato, y a los soldados romanos. Él tenía el poder de resistir, pero no lo hizo.

Los papas de Roma, sin embargo ¡no se someten a ningún hombre! El “papa” es cabeza de la Ciudad del Vaticano, que está ubicada totalmente dentro de las fronteras de Roma, Italia. La Ciudad del Vaticano es la nación independiente más pequeña del mundo cuya extensión aproximada es de unas 44 hectáreas, o menos de un kilómetro cuadrado. El Vaticano recibe embajadores de aproximadamente 170 naciones. Es verdad que la Ciudad del Vaticano es pequeñita comparada con el territorio de los papas de la Edad Media. Sin embargo, es suficientemente grande para facilitar la independencia absoluta de los papas de toda autoridad humana. La razón abierta declarada para la existencia de la Ciudad del Vaticano es que los papas no pueden correctamente someterse a ningún poder temporal sobre la tierra. ¿Se ha sentado cualquier hombre “en el santuario de Dios como Dios” más que este?

El apóstol Pablo escribió a esa misma iglesia, la iglesia en Roma, durante el reino del infame emperador Nerón. En aquella situación, Pablo mandó a los hermanos en Roma, “Sométase toda persona a las autoridades superiores” (Romanos 13:1). Los papas de Roma se niegan a obedecer este mandato de Dios. Ellos se colocan sobre y fuera de toda autoridad terrenal. Al hacerlo, se colocan más arriba del mismo Hijo de Dios, que sí se sometió.

“La Apostasía”

“El hombre de pecado” es solamente una persona (a la vez). Recuerde, sin embargo, que 2 Tesalonicenses 2 predice un sistema entero sobre el cual el hombre de pecado reina. Predice “iniquidad”, “apostasía (apartarse)”, “injusticia”, “engaño”, “espíritu engañoso”, y “la mentira”. Puesto que es una “apostasía” (apartarse), tiene que ser una caída o apartarse del evangelio verdadero —mantener ciertas partes, omitir ciertas partes, y cambiar otras partes— una mezcla impía de verdad y error. No puede cumplirse por religiones no relacionadas como el Budismo o el Islam.

En lo alto de la lista de estos engaños impíos están los numerosos mediadores que Roma coloca entre Dios y el hombre. En primer lugar, en esta lista de mediadores sin lugar a duda está “la Virgen”.

¿Tiene Dios una Madre?

La “María” de Roma no es la María de la Biblia. Aunque es verdad que algunas enseñanzas y prácticas de la iglesia romana se han acercado un poco hacia la verdad bíblica en el siglo 20, su doctrina acerca de María no es una de ellas. Juan Pablo II, de hecho, dedicó su pontificado a “la virgen”. Trató en todas partes de aumentar la devoción a ella, él mismo visitó la mayoría de los santuarios marianos en el mundo. ¡Su lema es “Totus tuus sum Maria: María, soy todo tuyo”!

Roma hace una diosa de su “María”. La enseñanza es así:

  1. María es la madre de Jesús;

  2. Jesús es Dios; y por tanto,

  3. María es la madre de Dios.

El problema con este argumento, supuestamente lógico, es el segundo punto. Sí, Jesús es Dios; pero Jesús también fue hombre. Como Romanos 1:3 dice “nuestro Señor Jesucristo, nacido del linaje de David según la carne” (itálicas mías). Con esto en mente, también es correcto decir que Jesús fue el hijo de María según la carne.

Esto me recuerda de una de las preguntas que los niños pequeños (y filósofos materialistas) hacen: “¿Quién hizo a Dios?” Por supuesto, si alguien hizo a Dios, el que fue hecho no sería Dios; su hacedor sería Dios. Esto nos lleva a la madre e hijo. Una madre siempre viene antes que el hijo. Así que, si María es madre de Dios, existía antes de Dios, y ella es Dios. Esto es blasfemia. Juan clarificó, “En el principio era el Verbo… y el Verbo se hizo carne” (Juan 1:1, 14). Sí, María fue antes de Jesús en la carne, pero Jesús fue antes de María en el espíritu. María no es la madre de Dios; ella fue la madre de Jesús en la carne. La realidad es que ¡el Señor Jesucristo es Maestro y Hacedor de María!

Esta es solamente una de las muchas falsedades envueltas en la enseñanza de Roma con relación a María. Ellos notan que Gabriel le dijo a María, “bendita tú entre las mujeres.” Sí, y cuando una mujer clamó a Jesús, “Bienaventurado el vientre que te llevó”, Jesús respondió, “Bienaventurados más bien los que oyen la palabra de Dios, y la guardan” (Lucas 11:27-28). Roma dice que María fue una virgen perpetua a pesar de que se casó. Dicen que fue completamente sin pecado como Jesús. Le llaman “la reina del cielo” (ver Jeremías 44). Puesto que Dios es Rey del cielo, esto hace a la María de Roma una diosa. Le dicen Mediadora. Puesto que Jesús es el Mediador, la colocan en un lugar igual a Jesús. De hecho, el rosario contiene diez “Ave Marías” por cada “Padre Nuestro”. Diez por uno. La enseñanza de Roma es “a Jesús por medio de María”. La enseñanza de los apóstoles es “al Padre por medio del Hijo” (Juan 14:6; 1 Timoteo 2:5). Dos enseñanzas diferentes. Dos dioses diferentes.

Otros Ejemplos de Apostasía

El Espíritu Santo dice: “es, pues, necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer” (1 Timoteo 3:2). Roma dice, “el obispo no puede ser el marido de una sola mujer”. Dios requiere que los obispos sean hombres de familia. Roma requiere que los obispos sean solteros.

Pablo escribió a todos los cristianos en Corinto: “todas las veces que comáis este pan, y bebáis esta copa” (1 Corintios 11:26). Roma dice, los miembros comunes no pueden beber de la copa. Roma tiene el atrevimiento de negarles a sus miembros la mitad de la Cena del Señor.

La Palabra dice, “todas las veces que comáis este pan”. Roma dice, que sus feligreses no comen pan; comen el verdadero cuerpo de Cristo. Cuando Jesús cambió el agua en vino, no parecía agua, ni tenía el sabor de agua. El maestresala le dijo, “Pero tú has reservado el buen vino hasta ahora” (Juan 2:10). Un milagro de cambiar una cosa a otra hace exactamente eso —cambia una cosa a otra. Roma reclama que la hostia (el pan) se transforma en el cuerpo actual de Cristo, a pesar de que se ve igual, tiene igual olor, y tiene el sabor igual al pan. No es ningún milagro. Es una fabricación, una falsedad, una mentira. Puesto que tantos millones en el mundo creen tal falsedad tan obvia, esto solo es suficiente para cumplir la profecía acerca de un “espíritu engañoso”. Sin embargo, no es de ninguna manera la única mentira.

No hay tiempo para mencionar todas las falsedades de Roma. Esto no se trata de solamente uno o dos errores menores de doctrina. Esta es “la” apostasía (“la” caída). Entre otras cosas Roma enseña que los feligreses tienen que confesar sus pecados a un sacerdote mortal contra el cual no han pecado. Roma enseña que la misa es un sacrificio en el que Cristo, en una manera sin sangre, se ofrece a Dios por medio del sacerdote que oficia. Roma enseña el bautismo de los infantes ignorantes sin pecado. Practica aspersión en vez del bautismo por inmersión. Roma apoya la veneración de las imágenes (su término para adoración de los ídolos), incluyendo arrodillarse y orar ante ellas, prenderles velas, y llevarlas por las calles en procesiones. Roma apoya los juegos, los bailes, y actividades con bebida patrocinados por la iglesia por un lado y el hablar en lenguas carismáticamente por el otro lado.

¿El Anticristo?

¿Será correcto llamar el papado el Anticristo”? El término “anticristo” aparece solamente en las epístolas de Juan, que dice que muchos anticristos ya estaban en existencia en su día. Los textos en cuestión son: 1 Juan 2:18-19, 22; 4:3; 2 Juan 7:

Tal como oísteis que el anticristo viene, aun ahora han surgido muchos anticristos… Salieron de nosotros… ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Éste es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo… y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no procede de Dios; este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo… muchos engañadores han salido al mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. He aquí el engañador y el anticristo.

Punto 1. Juan dijo “tal como oísteis que el anticristo viene”. Juan no niega que “el” Anticristo viene. Solamente clarifica que hay otros anticristos en adición a “el” Anticristo que vendría.

Punto 2. “Salieron de nosotros”. Esto está de acuerdo completamente con la profecía del “hombre de pecado” que predice una “apostasía”. Ambos textos así hablan de un desarrollo venidero que sale del verdadero pueblo de Dios.

Punto 3. “Este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”. Con mucha razón, los traductores han añadido “espíritu”, que no está en el idioma griego original, en 1 Juan 4:3. El texto en el idioma griego dice literalmente, “Este es el del anticristo”. Por supuesto esto suena raro, y tenemos que preguntar, ¿El qué? Solamente el contexto nos puede decir. Comenzando con 4:1, la palabra “espíritu(s)” aparece cinco veces antes de que Juan escribiera la segunda parte del versículo 3. Léalo por su propia cuenta y verá que cuando llega a “el del anticristo”, “espíritu” es la única palabra que tiene sentido agregar.

Así que, Juan está diciendo que “el espíritu del anticristo” ya está en el mundo. Es otra manera de decir que “ya está en acción el misterio de la iniquidad” (2 Tesalonicenses 2:7) —antes de que “el” hombre de pecado o “el” Anticristo en verdad aparezca.

Punto 4. “Muchos engañadores han salido al mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. He aquí el engañador y el Anticristo”. ¿Será Roma uno de los “muchos engañadores”?

Roma enseña que Jesús no tenía la capacidad de pecar —no solamente que no pecó, pero que no pudo pecar. Como consecuencia, Roma niega la completa humanidad de Jesús. Sin embargo, ¿qué dice Dios de Su Hijo?

Así que, por cuanto los hijos han tenido en común una carne y una sangre, él también participó igualmente de lo mismo… debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote… Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado (Hebreos 2:14, 17; 4:15 itálicas mías).

Para llegar a ser nuestro Sumo Sacerdote, Jesús tenía que ser hecho carne “en todo” como nosotros. Una manera que Su carne fue como la de nosotros fue en sufrir tentación. “Dios no puede ser tentado por el mal” (Santiago 1:13), pero la carne humana sí puede ser tentada. Por esta razón “el Verbo se hizo carne” (Juan 1:14), y “ha sido tentado en todo según nuestra semejanza”. Jesús se hizo carne como nosotros, con la capacidad de ser tentado y por tanto con la capacidad de pecar. ¡Alabado sea Dios, no pecó! Roma, sin embargo, enseña que Jesús no pudo pecar, y así niegan que Jesús viniera en carne como nuestra carne.

Punto 5. “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo?” “Cristo” significa el ungido para ser Profeta, Sacerdote, y Rey. Los papas no niegan directamente que Jesús sea el Cristo, sin embargo, al reclamar los mismos atributos para sí mismos, en efecto, sí lo niegan. Los papas reclaman ser los infalibles principales maestros (profetas) y gobernantes (reyes) de la iglesia entera, como también los sumos pontífices (sumo sacerdotes). Como vicarios de Cristo, ellos toman el lugar de Cristo en la tierra. En esta manera ellos niegan que sólo Jesús sea el Cristo.

Punto 6. “Éste es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”. ¿Describe esto a los papas de Roma? Hay muchas maneras para negar a Dios. Pablo escribió, “Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan” (Tito 1:16). Al recibir el título “Santo Padre”, los papas niegan que tengamos solamente un Santo Padre. Puesto que Roma atribuye tantos títulos y características del Padre y del Hijo a los papas y su Virgen, ellos cumplen esta Escritura en que “profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan”. Puesto que Roma enseña y practica tantas falsedades, la Escritura es cumplida por ellos en que “profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan”.

“Todo Poder y Señales y Prodigios Mentirosos”

“Inicuo cuyo advenimiento es por la actuación de Satanás, con todo poder y señales y prodigios mentirosos” (2 Tesalonicenses 2:9). Cualquier religión o sistema político que no hace milagros de ninguna manera puede cumplir la profecía del hombre de pecado. Por otro lado, entre los grupos que tienen manifestaciones sobrenaturales, no hay iglesia con más reclamos de milagros que Roma.

A mediados del siglo diecinueve, su Virgen apareció a Bernadette en Lourdes, Francia. Un siglo completo después, el templo construido allí atraía a 200,000 peregrinos todos los años. Muchas son las afirmaciones de las curaciones milagrosas. Otros lugares sobresalientes de supuestas apariciones de la “virgen” son Fátima en Portugal, Knock en Irlanda y Guadalupe en Méjico. Todos estos lugares llegan a ser santuarios y centros de peregrinaciones. Las afirmaciones de milagros son muchas. La mayoría de los católicos devotos creen en muchos más milagros de los que la jerarquía está dispuesta a “autenticar”. Sin embargo, sí “autentica” una gran cantidad de ellos.

Discutir todos los milagros reclamados por la iglesia romana requeriría un libro. Pienso que no hay ninguna iglesia pentecostal que pueda comenzar a competir con la iglesia romana con relación a reclamar milagros. Roma ha hecho tales reclamos por siglos. Seguramente la religión romana cumple esta parte de la profecía junto con todas las otras partes.

El Valor de esta Profecía

La profecía del “hombre de pecado” tiene valor para nosotros por lo menos en tres maneras.

Esta profecía es una advertencia. Todos estamos en peligro. Satanás nos puede engañar. De la misma manera que hizo con Eva, Satanás continúa mezclando la verdad con el error. Sus argumentos parecen ser lógicos. El ofrece beneficios. El ofrece “los deleites temporales del pecado” (Hebreos 11:25). Esta profecía es una advertencia contra una religión falsa y una iglesia apóstata. Es una advertencia que Satanás tiene gran poder para obrar señales y prodigios. Es una advertencia de que habría mentiras y un poder engañoso en el nombre de Cristo.

Muchos creyentes de la biblia hoy día no escuchan esta advertencia. Por ejemplo, muchos carismáticos hoy día, hacen caso omiso a otras doctrinas y se unen con un denominador común —el reclamar que “hablar en lenguas” es evidencia del bautismo con el Espíritu Santo. Los carismáticos evangélicos “llenos del Espíritu” tienen gran compañerismo con sus hermanos católicos “llenos del Espíritu” —haciendo caso omiso al hecho de que los otros todavía participan en el sacrificio de la misa, siguen orando a su Virgen, y siguen dando su lealtad al pontífice de Roma.

Esta profecía es una explicación. Cuántas veces la gente pregunta, “¿Por qué hay tantas religiones?” Cuántas veces los católicos preguntan a la gente en otras iglesias, “¿Puede usted trazar su iglesia desde Pedro en el primer siglo como nosotros?” Esta profecía ofrece algunas respuestas a tales preguntas. Demuestra que Jesús no tenía ilusiones de lo que iba a suceder a Su gloriosa iglesia. Esta profecía demuestra que Dios sabía desde el principio que cosas terribles iban a pasar a la iglesia de Su Hijo, y que habría un gran desvío del verdadero evangelio.

Trazar una secuencia de líderes desde los apóstoles hasta el presente no ofrece ninguna garantía de doctrina sin corrupción. Al contrario, la profecía predice “la apostasía”. No es cuestión de quién viene después de quién de generación a generación; más bien es cuestión de quién retiene la verdad o regresa a la verdad. Esta profecía dice que la iglesia del Señor se corrompería. Por trágico que sea, no se puede pasar por alto el cumplimiento. La profecía hace claro que habría una iglesia falsa y apóstata, por desagradable o impopular que sea esta realidad. Cuando se une con Daniel y Apocalipsis, la profecía de Tesalonicenses hace claro que la iglesia apóstata principal tendría su sede en Roma.

Esta profecía es una promesa. Después de decir, “será revelado aquel inicuo”, la profecía continúa, “a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y lo reducirá a la impotencia con la manifestación de su venida” (2 Tesalonicenses 2:8). Hay victoria en Jesús. El hombre de pecado no triunfará al final. Cristo va a triunfar. Jesús regresará. Destruirá a Sus enemigos. Reinará victoriosamente. Si rechazamos al “hombre de pecado” y nos aferramos a Jesús, compartiremos en la victoria.

Textos bíblicos de la Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2018 por HarperCollins Christian Publishing. Citada con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.

Traducido por David L. Elliott et al.