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EL 666: LA MARCA DE LA BESTIA

Por David Vaughn Elliott


¿Cuál número es más intrigante que el 666? Para los que nos gustan los rompecabezas mentales, este está entre los mejores. Sin embargo, esto no es un juego. Ni tampoco un pasatiempo vano. El libro de Apocalipsis nos instruye “El que tiene entendimiento, calcule el número de la bestia” (13:18).

Tristemente, cuando se trata de ideas raras, sería difícil sobrepasar las absurdas soluciones impulsadas al público para resolver el enigma del 666. Las ideas populares ultra-modernas incluyen el concepto de una sociedad sin dinero en efectivo, el uso universal de códigos de barras, y la implantación de chips de computadora y de “biochips” en cada individuo para su identificación y control. Se dice que el Anticristo controlará todo el comercio por tal tecnología.

Al otro extremo, muchos comentarios sobre Apocalipsis aseguran que es inútil, tontería, o hasta peligroso intentar descubrir un nombre específico con un cumplimiento histórico del 666. Ellos tratan al 666 y a la mayoría de otras cosas en Apocalipsis como si fueran parábolas carentes de predicciones específicas con significado histórico.

Fue el mismo Jesucristo, el autor de Apocalipsis, quien dirigió a Juan a que escribiera: “Aquí se requiere sabiduría. El que tiene entendimiento calcule el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis” (Apocalipsis 13:18). Somos ordenados a “calcular” o “contar”, como lo traducen otras versiones. Esto se trata de cálculos matemáticos. La palabra griega quiere decir “contar”, como se ilustra en el único texto fuera de Apocalipsis 13:18 donde la palabra aparece en el Nuevo Testamento: “Porque quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla” (Lucas 14:28). Claro, esta parábola tiene una aplicación espiritual; pero está hablando de un hombre que cuenta su dinero.

Rara vez el libro de Apocalipsis nos manda directamente a aplicar el entendimiento para poder captar el significado de un símbolo en particular. No nos manda a tratar de saber quién es la bestia como cordero. No nos dice que si tenemos sabiduría podemos descifrar lo que significa la tercera trompeta. Sin embargo, cuando menciona el 666, específicamente nos manda a calcular o a contar.

Un Número es un Número

Desde los tiempos antiguos hasta los modernos, los números han fascinado tanto a creyentes como a no creyentes. Muchas personas les atribuyen un sentido místico y aun poderes místicos a los números. ¿Ha conocido usted a personas que le tienen miedo al número 13? Muchas personas se acercan al número 666 con la misma actitud —como si fuera un número peligroso, o de mala suerte. En contraste, los textos de la Biblia nunca les dan un significado místico a los números; mucho menos que posean poderes malos o beneficiosos.

Una de las interpretaciones proféticas más antiguas fue dada por José cuando explicaba los sueños del Faraón. El número siete aparece en esta profecía. ¿Qué quiere decir? José le dijo a Faraón, “Las siete espigas menudas y marchitas del viento solano, siete años serán de hambre” (Génesis 41:27). Cada espiga menuda representaba un año de hambre. ¿Qué significa el número siete? ¡Siete! Por toda la explicación de esos sueños, siete siempre es siete.

Daniel escribió: “Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes” (7:17). Las bestias representan reyes, pero cuatro es cuatro. En el mismo capítulo: “Los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes” (7:24). Los cuernos también son reyes, pero diez son diez.

En el español del uso diario algunas veces se usan números en una forma indefinida. Por ejemplo, “Te lo he dicho mil veces”. ¿Qué quiere decir eso? ¿Exactamente mil? De ninguna manera. Un diccionario en español da un significado de “mil” como “número o cantidad indefinidamente grande”.(1) En tales casos, el número no es preciso, sin embargo, sigue siendo una cuestión de cantidad, de un gran número indefinido. Algunas veces hay números redondos. “Viví ahí diez años”, cuando en realidad sólo viví ahí un poco más de nueve años. El número redondo no es preciso; sin embargo, es un número. Es cuestión de cantidad, nada más.

Lo mismo es verdad en la Biblia, la cual usa el número siete en la misma manera en que algunas culturas hoy día usan la docena. Proverbios 26:16 dice que el perezoso en su propia opinión, es más sabio que “siete que sepan aconsejar”. ¿Quién podría afirmar que el hombre perezoso crea que es más sabio que siete hombres, pero no mejor que ocho? Nadie. Es sólo una manera gráfica de decir “mucho”. Comoquiera significa cantidad, aunque la cantidad sea indefinida.

Ezequiel recibió una clave importante para la interpretación de muchas profecías en cuanto al tiempo. Dios le dijo al profeta: “Y tú te acostarás sobre tu lado izquierdo, y pondrás sobre él la maldad de la casa de Israel… y llevarás la maldad de la casa de Judá cuarenta días, computándote cada día por un año” (4:4, 6). Muy interesante y muy importante. Cada día profético que Ezequiel se acostó sobre su lado representó un año en la realidad histórica. “Cada día por un año”. Sin embargo, el número en sí no tiene ningún simbolismo: cuarenta eran cuarenta.

Simplemente no hay significado espiritual en los números bíblicos ya sean dentro o fuera de los textos proféticos. Contrario a lo que a menudo se enseña y se acepta sin ser examinado, los números en la Biblia son números. No hay absolutamente ninguna base bíblica para asignar algún significado místico al 666 más que cualquier otro número. El Espíritu Santo nos manda específicamente a contar el número del nombre de la bestia. Esto no es un enigma místico, es un rompecabezas matemático.

¿El Número de Hombre?

Algunas Biblias, incluyendo la Reina-Valera 1977, traducen Apocalipsis 13:18 así: “es número de hombre”. Otras versiones traducen más o menos así: “el número de un hombre”. El problema es que el artículo indefinido un no se encuentra en el original en este versículo. Con razón no se encuentra; el idioma griego no tiene artículo indefinido. Por lo tal, debemos examinar el contexto para determinar si la traducción al español debe incluir el artículo indefinido o no.

Al traducir la frase “es número de hombre” (sin un), se obliga al texto decir que el 666 es el número de la raza humana en general. Si esto es lo que el texto está diciendo, no hay nada que calcular. Si el texto simplemente está usando el 666 como una representación mística de la raza humana, el mandamiento de contar no tiene sentido.

Además de decir “es número de hombre” en el versículo 18, Juan habló en el versículo 17: “el nombre de la bestia, o el número de su nombre”. El nombre de la bestia tiene un número. En adición, la bestia en el capítulo 13 no puede ser toda la humanidad porque pelea contra muchos seres humanos. Por todas estas razones, el número no puede referirse a la humanidad en general. Más bien, se nos manda a calcular el número del nombre de éste enemigo específico de la humanidad.

La creencia común es que el número siete es el número de lo completo, la perfección, y Dios. Se cree que como el seis es menos que siete, es menos perfecto, menos divino; que es el número del hombre imperfecto. Se dice que como el número seis se repite tres veces en el 666, se refiere al hombre en su peor oposición a Dios.

¿Es el número seis el número de la humanidad en contraste con el santo, perfecto Dios, cuyo número es siete? Tomemos, por ejemplo, la creación del mundo. Dios lo completó en seis días. “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto” (Génesis 1:31). Nada incompleto aquí. Dios lo hizo en seis días y sólo descansó el día siete (Éxodo. 20:11; 31:17). Algunos dicen que el seis es el número del hombre puesto que el hombre fue creado el sexto día de la creación —¡también fueron creados aquel mismo día el mono, el oso, el zorrillo, el gato, y la cobra!

Los serafines que adoran a Dios tienen seis alas (Isaías 6:2) y también los cuatro seres vivientes en Apocalipsis 4:8. ¿Es el número seis el número del hombre? Por lo contrario, se ve muy celestial en estos textos. El tabernáculo terrenal, el cual era copia del cielo mismo (Hebreos 9:21-24), tenía seis muebles —no siete. De este modo el seis ni es humano ni imperfecto; ni tampoco divino. El seis es simplemente un número como lo es el siete, el ocho, y el nueve.

Aparte de todos estos pensamientos, si fuéramos a aceptar una traducción que diga: “es número de hombre”, ¿estaría Apocalipsis afirmando que el número seis es el número de la humanidad? ¡De ninguna manera! Apocalipsis 13 no dice absolutamente nada acerca de seis. Apocalipsis 13 está hablando acerca del 666. El seiscientos sesenta y seis no es seis. Ni siquiera son tres seis. Tres por seis equivale a dieciocho. En el 666, el primer seis quiere decir 600, el segundo significa 60, y sólo el tercer seis significa 6. El número 666 no es uno menos que siete. Por lo contrario, 666 es 659 más que el 7.

El número en cuestión no es el 6; es el 666. Tampoco se nos dice que busquemos un significado místico para el 666. Tenemos mandamiento de contar o calcular.

Cómo Calcular

Apocalipsis 13:18 nos dirige a calcular el número de la bestia. Nos dice que su número es “número de [un] hombre”. En el versículo 17 habla de “el número de su nombre”. La bestia tiene nombre de un hombre y ese nombre tiene un número. Podemos combinar apropiadamente todos estos pensamientos de la siguiente manera: Calcular el número del nombre de un hombre.

En el idioma español, no hay tal cosa de que un nombre tenga un número. En español, los nombres están compuestos de letras del alfabeto. Los números son compuestos de los números arábigos 1, 2, 3, etc. Las letras en español no tienen ningún valor numérico; por tanto, los nombres en español no tienen números. Para entender lo que Apocalipsis está diciendo, debemos transportarnos a otras culturas e idiomas donde los números arábigos no existen.

En realidad, nuestro viaje puede comenzar cerca de casa. Todavía hoy día algunas veces usamos los números romanos, aunque no se usan tanto ahora como en el pasado. La mayoría de nosotros no podemos leer fácilmente el número MDCCLXXVI. Es igual a 1776 en números romanos, donde la letra I equivale a 1, V equivale a 5, X equivale a 10, L equivale a 50, C equivale a 100, D equivale a 500, y M equivale a 1,000. Los romanos antiguos sólo usaban siete letras en el alfabeto latín para expresar los números. Las otras letras no tenían ningún valor numérico. Ellos no tenían números arábigos. En latín, el nombre de David tiene un valor de 500+0+5+1+500 = 1,006. Así que, 1,006 es el número del nombre David en números romanos del alfabeto latín.

Los griegos también, sin números arábigos, usaban letras individuales de su alfabeto para expresar los valores del 1 al 9, de 10 a 90 por decenas, y de 100 a 900 por centenas —un total de veintisiete números para expresar cualquier valor del 1 al 999. Ellos tenían que añadir tres símbolos a sus veinticuatro letras en el alfabeto para completar el juego de veintisiete números. Los hebreos hacían algo similar, pero después de agotar las veintidós letras, ellos sencillamente paraban con la última letra, la cual tenía un valor de 400. Así que, se puede decir que cada palabra en estos idiomas antiguos tiene valor numérico.

Este método de calcular el valor numérico de un nombre era común entre los antiguos: judíos y gentiles, cristianos y paganos. Por ejemplo:

Los místicos egipcios hablaron de Mercurio, o Thouth, bajo el número 1218, porque las letras griegas que componen el nombre Thouth, cuando se estiman de acuerdo al valor numérico, juntos sumaban a ese número.(2)

Esto se puede hacer en cualquier idioma que utiliza las letras del alfabeto para significar valores numéricos. El latín, el griego, y el hebreo, todos usan letras para representar valor numérico. Por tanto, los antiguos no tenían que considerar que quería decir calcular el número de un nombre.

Está claro que en los idiomas antiguos el número de cualquier nombre podía ser calculado fácilmente. En adición, en cualquier idioma con ese sistema, es evidente que muchos nombres se pueden encontrar con el mismo valor. Hay muchos nombres que tendrían el valor numérico de 666. Un nombre con el valor de 666 es solamente una parte de la solución. Cualquier nombre que se encuentre debe encajar con todas las otras circunstancias predichas en Apocalipsis.

¿En Qué Idioma?

La próxima pregunta importante es ésta: ¿En qué idioma debemos calcular? Tristemente, muchas veces hacen caso omiso a esta pregunta. Los comentarios ofrecen cálculos en cualquier idioma que cada autor desee, sin dar ninguna razón por la cual se usa ese idioma en particular.

A menudo se hacen cálculos absurdos del 666 usando el inglés. Algunos inventan un sistema en que la “a” equivale a 1, la “b” equivale a 2, etc. Otros inventan otros sistemas. Ninguno de estos sistemas tiene ningún valor de ninguna manera. Las letras inglesas no tienen valor numérico como tampoco las letras españolas. El asignarles valor numérico es arbitrario y ficticio; es un juego de claves infantil.

Seguramente los únicos idiomas a los cuales se puede dar seria consideración son el griego, el hebreo, y el latín. Estos tres estaban en existencia cuando la Biblia se escribió. El título en la cruz fue escrito en estos tres idiomas. La Biblia misma fue escrita en los primeros dos. Los tres tenían el sistema de usar letras para expresar los valores numéricos.

Una solución común propuesta en latín es Vicarius Filii Dei, “Vicario del Hijo de Dios”. Se dice que puesto que el cuarto reinado de Daniel es el Imperio Romano-Latino, el idioma que se debe usar en el cálculo es el latín. La idea es que debemos suponer que la bestia que impone la marca sea identificada por su idioma oficial. Este argumento tiene algunos méritos, pero al mismo tiempo tiene problemas. Por ejemplo, la validez del título propuesto es incierta. ¿Por qué? El título que Roma ha usado por siglos en referencia a los papas es “Vicario de Cristo”, no “Vicario del hijo de Dios”. Hay considerable duda histórica si el término “Vicario del Hijo de Dios” fuera alguna vez usado. Esta solución, por tanto, es dudosa. En adición a este problema, es de notar que, aunque muchos cristianos en los primeros seis siglos creían que la cuarta bestia era el Imperio Romano (Latino), sin embargo, no hay ninguna mención de que alguien buscara en el latín la solución del 666. Todos buscaron en el idioma griego.

La solución más popular usando el hebreo hoy día está basada en la creencia preterista de que el Emperador del primer siglo Nerón era el Anticristo. El valor numérico de su nombre, Nerón César, es 666 en el alfabeto hebreo. El preterismo dice que, puesto que en Apocalipsis se usan muchos símbolos y palabras hebreas y que fue escrito por un judío cristiano, la solución al 666 naturalmente se encontraría en el idioma hebreo. El preterismo también argumenta que las profecías del Apocalipsis tienen que tener un significado, y ser entendidas por las personas a quienes se les escribió el libro en el primer siglo. En oposición a estos argumentos se encuentra el claro testimonio de la historia: ¡la idea de que el 666 representa a Nerón no aparece en ningún escrito antes del siglo diecinueve! Este solo hecho contradice un argumento principal en la defensa de la posición preterista: a saber, que la profecía debería ser entendida por el pueblo a quienes les fue escrita. Si esto fuese así, ¿por qué tomó mil ochocientos años para que alguien descubriera que el nombre de Nerón es igual a 666?

Al hablar de la idea de que Nerón es la solución al 666, el conocido historiador de la iglesia Philip Schaff escribió:

Parece increíble que una solución tan fácil al problema se mantuviera desconocida por dieciocho siglos y que fuera reservada para el ingenio de media docena de racionalistas rivales en Alemania.(3)

Schaff está diciendo que fueron los racionalistas quienes primero propusieron que Nerón era la solución al 666. Los racionalistas creen que el razonamiento, no la revelación, es la fuente de la verdad; por lo tanto, tratan de vaciar la Biblia de milagros y profecías. En este caso, un racionalista está satisfecho de que haya vaciado a Apocalipsis de profecías que predicen el futuro al seleccionar a Nerón, quien no estaba en el futuro cuando se escribió el libro de Apocalipsis.

El Griego es el Idioma

En contraste con el latín y el hebreo, se pueden hacer argumentos fuertes a favor de usar el idioma griego para llegar al significado del 666. En primer lugar, el libro de Apocalipsis fue escrito en el idioma griego. Los estudiantes de la Biblia y los historiadores han notado que una razón por la cual el mundo estaba preparado para el evangelio en el primer siglo era que el idioma universal, el griego, se había establecido. Esto hizo fácil esparcir las Escrituras por todas partes. El Antiguo Testamento ya había sido traducido del hebreo al idioma griego (la Septuaginta) para que también fuera disponible, tanto a los judíos que ya no leían el hebreo, como a la población en general. Ya que Apocalipsis fue escrito originalmente al pueblo de habla griega, una solución en el idioma griego es muchísimo más natural.

Jesús nos dijo que calculáramos el número del nombre. Lo más natural es hacer el cálculo en el idioma en que nos manda a hacerlo. Los griegos podían escribir los números de dos maneras. Ellos podían escribir palabras equivalentes a nuestro “seiscientos sesenta y seis”. También podían usar el único sistema que ellos tenían para expresar números, las letras del alfabeto: una letra para 600, una letra para 60, y una letra para 6. Usando éste método, como nuestros números arábigos, los griegos sólo necesitaron tres letras griegas para escribir 666. Es interesante que esto sea exactamente la forma en que 666 aparece en muchos manuscritos griegos. Estos textos griegos se leen χξς΄: 666.(4) Así que, no sólo es el enigma expresado en el idioma griego, sino que muchos manuscritos griegos dan la clave para calcular el número del nombre usando el valor numérico de las letras griegas.

Este no es el único uso especial del alfabeto griego encontrado en el libro del Apocalipsis. Al igual que Isaías, Apocalipsis enseña que el Padre y el Hijo son “el primero, y… el postrero (último)” (Isaías 44:6; 48:12; Apocalipsis 1:11, 17; 2:8; 22:13). La Deidad se llama “el principio y el fin” tres veces en Apocalipsis (Apocalipsis 1:8; 21:6; 22:13). En adición, la Deidad se llama “el Alfa y la Omega” en cuatro de los seis textos de Apocalipsis ya citados. Alfa y omega son la primera y última letras del alfabeto griego (se presentan en mayúscula y minúscula).

Es el alfabeto griego que se usa para expresar la eternidad de Jesús, no el alfabeto hebreo ni el latín. En Apocalipsis, Jesús no es el alef y el tau, la primera y última letras del alfabeto hebreo. Jesús no es la a y la z, la primera y última letras del alfabeto latín en el tiempo de Juan. No, Jesús es el alfa y la omega, la primera y última letras del alfabeto griego. Apocalipsis usa estas letras griegas cuatro veces para expresar la eternidad del Padre e Hijo.

Los escritores cristianos en los primeros siglos que hablaron del asunto, unánimemente usaron el idioma griego para descifrar el 666. E. B. Elliott, en su comentario muy extensivo y erudito sobre Apocalipsis escrito a mediados del siglo diecinueve, escribió que no sabía de ningún escritor en los primeros seis siglos que usara cualquier idioma fuera del griego en su intento de resolver el 666.(5)

En resumen, los argumentos más fuertes están a favor de usar el idioma griego para descifrar el simbolismo alfabético del 666.

  1. Apocalipsis fue escrito en el idioma griego.

  2. El 666 está escrito en muchos manuscritos usando tres letras griegas como dígitos.

  3. La naturaleza eterna de Jesús y del Padre se expresa simbólicamente en Apocalipsis usando letras del alfabeto griego.

  4. Según el registro que existe ahora, los escritores de los primeros seis siglos usaron unánimemente el idioma griego para descifrar el 666.

La Mejor Solución

Dado que las bestias de Apocalipsis 13 están relacionadas a Roma, sería lógico pensar que “la marca o el nombre de la bestia” y “el número de su nombre” sean relacionados a Roma también. La mayoría de las personas hoy día presume, con poco estudio, que la marca del 666 se relaciona al fin de los tiempos. Sin embargo, desde que el Imperio Romano fue establecido hace más de dos mil años, hay muchísima historia que considerar antes de comenzar a pensar en futuras posibilidades.

Tan temprano como el siglo dos, Ireneo (130 al 202 d.C.) seriamente buscó nombres griegos con el valor numérico de 666. Aunque Ireneo sabía que muchos nombres griegos tenían ese valor, no lo consideró en vano buscar el nombre que cumplía todos los aspectos de la profecía. Por lo contrario, él hizo hincapié en la necesidad de aprender el nombre para poder estar prevenido. Él comprendía que el nombre debía armonizar con el resto de la profecía. Él dijo que las profecías no podrían cumplirse hasta que el Imperio Romano fuera quebrantado en diez partes:

La cifra del nombre de la bestia según la computación de los griegos debe tener las letras que se hallan en 666… en primer lugar hagan caso de la división del reino en diez partes… muchos nombres contienen tal cifra… Así también el nombre LATEINOS encierra el número 666, y es un número verosímil, porque esta palabra señala el último de los reinos [de los cuatro vistos por Daniel] pues los latinos tienen ahora el poder; pero no nos gloriamos de identificarlo… (El Apocalipsis) ha apuntado el nombre (del Anticristo) para precavernos de él cuando venga, sabiendo quién es.(6)

Ireneo entendió que él mismo vivía durante el cuarto reino predicho por Daniel. Él conectó éste reino con las bestias de Apocalipsis 13 y 17. Él también reconoció que habría eventos todavía en su futuro, tal como la división del Imperio Romano en diez partes. Como Apocalipsis 17:12 dice: “Los diez cuernos que has visto son diez reyes que aún no han recibido reino”. Un siglo después de que Juan escribió estas palabras, Ireneo entendió que todavía era verdad que los diez reyes “aún no han recibido reino”. El también entendió que un enemigo de Dios vendría algún tiempo después de la división en diez partes, y él vio que el número del nombre de este inicuo sumaría a 666.

Ireneo vivió durante una parte del cumplimiento de Apocalipsis 13 pero antes del cumplimiento de otras partes. Situado en aquél contexto histórico, él encontró significante que el nombre del reino que entonces estaba en poder tenía el valor numérico del 666 en el idioma griego. El no afirmó que Lateinos era la solución definitiva al 666, sino sólo una posibilidad. El tiempo era muy temprano para tener una solución definitiva. Sin embargo, hoy día, con siglos de historia detrás de nosotros, tenemos una ventaja sobre Ireneo. Desde nuestra perspectiva histórica, muchos de nosotros creemos que nunca ha habido una mejor solución para el 666 que ésta que Ireneo sugirió sólo cien años después de que Juan escribiera Apocalipsis.

Puesto que Ireneo escribió en el idioma griego, tomó por sentido que sus lectores podrían chequear sus cálculos con mucha facilidad; por lo cual ni aun hace mención del valor de las letras individuales. Para los que no estamos familiarizados con el idioma griego, es interesante y útil ver los detalles específicos que están en la gráfica adjunta.

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El valor numérico es solo un aspecto. El nombre Lateinos encaja con otros aspectos de Apocalipsis 13 también. En el artículo “¿Por qué Roma?” se considera la evidencia encontrada en Daniel de que las bestias de Apocalipsis están relacionadas con Roma. El nombre Lateinos armoniza con esa conclusión y la confirma. Latinus (como se deletrea en latín) se considera como el fundador de la raza latina; por lo cual, tenemos el nombre de un hombre individual. Aún si la historia no pueda probar decisivamente que él era el padre de la raza, no obstante, se conoce por todas partes que latino es la designación de un pueblo, un reino, un individuo en ese reino, una lengua, y una iglesia. Los latinos antiguos vivían en la parte central de Italia llamada Lacio (Latium en latín). El latín era el idioma de la ciudad de Roma desde su fundación, y luego vino a ser el idioma oficial del Imperio Romano.

La Iglesia Latina

Ireneo escribió: “los latinos tienen ahora el poder”.(7) Él igualó a esos gobernantes con la cuarta bestia de Daniel y las bestias de diez cuernos de Apocalipsis 13 y 17. Hasta allí era claro para él, pero Ireneo no tenía manera de saber que el Imperio Latino llegaría a ser un día la Iglesia Latina. Latina es una designación bastante apropiada para éste desarrollo del poder Romano. Por más de mil quinientos años, el latín ha sido una marca distintiva de la Iglesia Católica. Romana y Latina son dos formas de identificar la misma cosa. Romana identifica el lugar; latín identifica el idioma

Cuando el Imperio Romano cayó en el año 476 d.C., el imperio continuó en el Este con Constantinopla como su capital. Algunos han designado esta parte de la división “el Imperio Romano Oriental”. Otros lo llaman más correctamente “el Imperio Bizantino”. Roma estaba en el occidente y era latina; Constantinopla estaba en el oriente y era griega. Esta división se reflejaba en las iglesias. Las iglesias orientales eran ortodoxas y griegas; las iglesias occidentales, católicas y latinas.

Aún antes de la caída de Roma, el latín había llegado a ser el idioma ritual de la Iglesia Occidental a pesar del hecho de que mucho del imperio no era de herencia romana. Mientras los siglos pasaban, los pueblos de Europa gradualmente cambiaron del latín a nuevos idiomas: italiano, español, portugués, francés, alemán, e inglés. A pesar de estos cambios, el latín se mantuvo como el idioma de la Iglesia Católica: tanto el idioma oficial como el idioma de adoración. El latín continuó como el idioma de la adoración hasta mediados del siglo veinte cuando el Concilio Vaticano II autorizó el uso de otros idiomas. Los que nacimos antes de mil novecientos sesenta recordamos bien el tiempo cuando la misa se decía sólo en latín. La gente común alrededor de todo el mundo iba a la misa y no entendía lo que el sacerdote decía.

Siglo tras siglo, la Iglesia Católica por todo el mundo era la Iglesia Latina. Todavía en el siglo veintiuno, el latín continúa siendo el idioma oficial de la Iglesia Católica, aunque no se usa tanto como antes. Los sacerdotes todavía tienen que estudiar el latín en preparación para el sacerdocio. Los documentos oficiales de la Iglesia Católica todavía continúan siendo publicados en el latín. La Iglesia Católica considera el latín como un instrumento para la unidad de la iglesia en todo el mundo, conectando todas las iglesias a Roma.

El Modern Catholic Dictionary (Diccionario Moderno Católico) define el “Catolicismo Romano” como: “La fe, adoración, y práctica de todos los cristianos en comunión con el Obispo de Roma, a quien ellos reconocen como el Vicario de Cristo y la cabeza visible de la Iglesia fundada por Cristo”.(8) Esta iglesia es romana porque Roma reina de forma suprema sobre ella.

La Curia Romana está bajo el mando del Papa en Roma. La Curia Romana es “todo el conjunto de oficinas administrativas y judiciales por las cuales el Papa dirige las operaciones de la Iglesia Católica”.(9) “Curia” es una palabra latina que en tiempos antiguos se refería a los concilios romanos, el Senado, y las varias oficinas del Imperio Romano. La iglesia Católica ha mantenido tanto el nombre como la forma del gobierno del Imperio Romano.

La ropa especial que usan los sacerdotes católicos hoy día durante la misa son copias de varios tipos de ropa que se usaron en el Imperio Romano en el segundo siglo. Hoy día, en vez de la ropa típica de las naciones en que la misa se está celebrando, los sacerdotes usan ropa antigua romana.

Juan Pablo I murió repentinamente, apenas treinta y tres días después de su elección. El hecho de que fuera italiano es lo que se esperaba. Todos los papas antes de él por 455 años habían sido italianos. Lo que no se esperaba era que después de su repentina muerte los cardenales reunidos elegirían a uno que no era italiano, el primer papa polaco en toda la historia, Juan Pablo II. Se conoce muy bien que la mayoría de papas por toda la historia han sido italianos. En los tres siglos desde 752 hasta 1046 d.C., hubo 57 papas. No solamente eran la mayoría de ellos italianos, ¡setenta y dos por ciento de ellos nacieron en la capital italiana, Roma!(10)

El nombre griego Lateinos tiene un valor numérico de 666. El imperio que gobernaba cuando la iglesia comenzó era el Imperio Latino. La iglesia que gradualmente se desviaba de la verdad y se hizo poderosa sobre las cenizas de ese imperio fue la Iglesia Latina. El latín era el único idioma de adoración hasta tiempos recientes, y el latín continúa siendo la lengua oficial de la Iglesia Católica. La Curia Latina, bajo un papa (normalmente) italiano que está en la antigua capital latina queda como el poder céntrico de la iglesia. Es la Iglesia Romana; es la Iglesia Latina.

La Naturaleza de la Marca

“Y hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha, o en la frente” (Apocalipsis 13:16). Todas las interpretaciones están de acuerdo de que la bestia no es un mamífero salvaje de cuatro patas, sino, por lo contrario, es simbólico de algún poder satánico entre los hombres. El número de la bestia también debe ser simbólico puesto que se nos dice que “calcule el número de la bestia”. Tenemos que hacer un cálculo para poder entender el símbolo. Apocalipsis 13:17 habla de “el que tenga la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre”. La marca, el nombre, o el número. Puesto que el número es simbólico, la marca también parecería ser simbólica. No hay necesidad de imaginar la gente literalmente con el número 666 estampado en la mano o la frente.

Detrás de la frente está el cerebro, la mente; la mano es el miembro de acción del cuerpo. El simbolismo parece contemplar la habilidad de pensar y la habilidad de hacer. Es un asunto de creencia y acción. La marca es una representación de aquellos que han rendido sus mentes y cuerpos al servicio de la bestia, de aquellos que han aceptado las enseñanzas y obedecen los mandatos de la bestia; ellos adoran a la bestia.

Este simbolismo se parece mucho al simbolismo que se usa para el pueblo de Dios. En Apocalipsis 7:3, los siervos de Dios son sellados en sus frentes, mientras que en 22:4 los hijos de Dios tienen su nombre en sus frentes. Tan temprano como en Deuteronomio 6:8, un simbolismo similar se registra que envuelve la frente y la mano. Refiriéndose a la palabra de Dios, Moisés mandó a los Israelitas: “Y las atarás [las palabras de Dios] como una señal en tu mano, y estarán como un recordatorio entre tus ojos”. Este es el contexto citado por Jesús cuando proclamó el primero y gran mandamiento de la ley: Amar a Dios (Mateo 22:36-38). El amar a Dios envuelve la mente y la mano; envuelve lo que creemos y lo que hacemos. De la misma manera el adorar a la bestia envuelve lo que uno cree y lo que uno hace.

Algunos creyentes no están satisfechos con ésta interpretación simbólica y buscan un cumplimiento más literal. Vale la pena mencionar que a los católicos literalmente “se les ponga una marca… en la frente”, no una vez sino varias veces durante su vida. En vez de la inmersión en agua en el bautismo, se le rocía agua en la frente y la señal de la cruz se le hace en la frente. En la confirmación, la frente es ungida con aceite en forma de cruz. El Miércoles de Ceniza, se les pone a los católicos ceniza en las frentes. El hecho de hacer la señal de la cruz, lo cual los católicos devotos repetidamente practican, comienza con tocar la frente con la mano derecha. Lo más extraordinario de todo esto es la marca en la frente al ser bautizado, porque este es el sacramento que convierte al individuo en católico.

“Nadie Pueda Comprar ni Vender”

Al hablar de la bestia semejante a un cordero, Apocalipsis dice:

Y hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha, o en la frente; y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre (13:16-17).

La fascinación hoy día con el 666 a menudo limita “la marca” a la predicción de no poder comprar o vender. Pero, sólo un versículo antes, hay una expresión más drástica. La bestia como un cordero iba a poder “matar a todo el que no la adorase” (13:15). Adorar a la bestia o morir.

La profecía habla de control sobre el comercio y control sobre la vida, pero también tiene que ver con la adoración personal. El mundo ha visto mucho de ésta clase de persecución. Sin embargo, ésta persecución en particular tiene que ser considerada en el contexto de Apocalipsis 13, el cual trata con el renacimiento de Roma como un poder religioso. Con este trasfondo en mente, se hace obvio que el enfoque es sobre realidades históricas como las Cruzadas y la Inquisición. El espíritu y la práctica de la Inquisición se extendieron por lo menos desde el siglo doce hasta el siglo diecinueve. Al vivir nosotros hoy día en un país con libertad religiosa, puede ser difícil para nosotros imaginar los siglos cuando la Iglesia Romana Católica controlaba las almas y los cuerpos de los hombres.

Según las autoridades católicas, la Inquisición tuvo como su propósito:

Descubrir y oprimir la herejía y castigar a los herejes… los herejes caídos encontrados culpables se le entregaba al gobierno civil… El hecho de que la ley secular prescribió muerte debe ser entendido a la luz de esos días cuando la herejía era anarquía y traición.(11)

Exactamente. En esos días, cualquier punto de vista que se opone a la enseñanza de Roma era traición digna de muerte, exactamente como fue predicho por Cristo en Apocalipsis. Además, la tortura se usaba abiertamente para sacar confesiones. De acuerdo con The Encyclopaedia Britannica, los castigos para aquellos que rehusaban retractarse podrían incluir ejecución por hoguera o estrangulación, exilio, encarcelación a corto plazo, encarcelación perpetua, y confiscación de propiedades.(12)

El papado, por un lado, y el brazo secular por otro lado, corresponden muy bien a la segunda y la primera bestias de Apocalipsis 13. La primera bestia, por conexión a Daniel, seguramente representa el poder romano civil, mientras que la bestia semejante a un cordero, la cual “ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella” (13:12), seguramente corresponde al papado con sede en Roma.

Aquellos que no adoraban de acuerdo a los edictos de Roma estaban sujetos a la muerte. Esto está claro en estas profecías, como está claro en el cumplimiento que se registra en todos los libros de historia acerca de esos tiempos.

La reprensión económica estaba también presente como fue profetizado: “Nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca”. El artículo citado en The Encyclopaedia Britannica habla de la confiscación de propiedades, y dice que aún se permitía la incautación aún de propiedad que una persona inocente había heredado a alguien que no había sido declarado hereje hasta después de su muerte. Adicionalmente dice: “Cualquier contrato hecho con un hereje era nulo en sí”.(13)

Hablando del Canon 27 del Tercer Concilio de Letrán que tomó lugar en el año 1179 d.C., una autoridad Católica escribe:

Hay un largo y muy detallado decreto acerca de la restricción de los herejes… Tantos los herejes como aquellos que los protegían son excomulgados; nadie debe darles albergue, o permitirles estar en su territorio, o hacer negocios con ellos.(14)

He aquí una ley oficial de la Iglesia Católica —nadie podía “hacer negocios con” aquellos a quienes la Iglesia Católica consideraba herejes. ¡Qué cumplimiento más preciso de la profecía: “nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca”! El temor del 666 no es algo para el futuro; es historia. ¡Demos gracias a Dios que nosotros no vivimos en aquellos días!

Esquivar lo Obvio

Los futuristas que han estudiado conocen muy bien el bosquejo básico, y muchos detalles, acerca de que los hechos históricos mencionados en este capítulo. Tim LaHaye, por ejemplo, hace numerosas referencias iluminadoras a la Iglesia Católica en su comentario sobre Apocalipsis. Por ejemplo, él escribe:

Tanto el quinto sello como Apocalipsis 20:4 indican que el martirio de los verdaderos creyentes excederá aun aquel de la Edad Oscura, cuando la Iglesia Católica Romana persiguió a quienes sostenían una fe personal en Jesucristo.(15)

Cuando mayor fue la influencia babilónica sobre la iglesia durante la Edad Oscura, millones de cristianos fueron perseguidos hasta la muerte. A este período de la historia bien se le llama: “La Inquisición”.(16)

En su intento de demostrar cuán terrible él cree que los eventos futuros serían, ha acudido al testimonio de la historia con relación al trabajo mortal de la iglesia de Roma en la Edad Media (la Edad Oscura).

Al hablar de Apocalipsis 17, LaHaye argumenta en contra de que los siete montes sean una indicación de la ciudad de Roma, y reclama que la séptima cabeza de la bestia es el “anticristo al final de los tiempos”.(17) A pesar de su negación de que esta profecía ya se haya cumplido, él procede a llenar varias páginas con evidencia de la relación entre Apocalipsis 17 y la Iglesia de Roma:

La larga historia de intolerancia y persecución de Roma hacia los cristianos… Cada vez que Roma estuvo al frente de un país, no dudó en matar a los que no están de acuerdo con ella. (18)

Él sigue con una cita del Compendio Manual de la Biblia por Halley, de dos páginas y media, lleno de detalles de la Inquisición.

Con toda esta evidencia, es una vergüenza evadir la realidad histórica a favor de la ficción futurista. Todo lo que un cristiano necesita hacer es comparar cuidadosamente 2 Tesalonicenses 2, Daniel 7, y Apocalipsis 13 y 17 con los hechos de la historia. La historia enseña que hace algunos siglos el profetizado enemigo romano de Dios llegó al mundo. Tal vez a muchos se le ha escapado esta verdad por el hecho de que hoy día la bestia no tiene tanto poder como tenía en los siglos pasados. Por tanto, los cristianos deben sacarles el polvo a sus libros de historia e investigar cómo eran las cosas realmente durante la Edad Media.

¿Por qué fue Escrito Apocalipsis?

Apocalipsis fue escrito para preparar al pueblo de Dios para las batallas espirituales de esta vida presente, antes de la Segunda Venida de Jesús. Fue escrito para darnos una interpretación de Dios en cuanto a la situación religiosa de hoy día y por toda la historia. Fue escrito para advertir, preparar, y fortalecer a la iglesia para las batallas verdaderas de esta vida presente. No fue escrito para entretener a la iglesia con relación a eventos futuros que la iglesia nunca experimentaría.

El Anticristo no es futuro. El cuerno pequeño de Daniel 7 no es futuro. Las bestias de Apocalipsis 13 y 17 no son futuras. Todas estas son realidades pasadas y presentes. Son futuras solamente porque continúan existiendo. El empujar estas profecías totalmente hacia nuestro futuro después de que la iglesia sea raptada de éste mundo es actuar como el proverbial avestruz con la cabeza dentro de la arena. Necesitamos aceptar la realidad de la historia pasada y la realidad religiosa actual, por desagradable y poco popular que sea. Necesitamos mirar al pasado y presente por medio de los ojos del Cordero de Dios, el autor verdadero del libro de Apocalipsis. “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas escritas en ella; porque el tiempo está cerca (Apocalipsis 1:3).

Textos bíblicos de la Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2018 por HarperCollins Christian Publishing. Citada con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.

Traducido por David L. Elliott et al.

NOTAS:

  1. Vox Diccionario Actual de la Lengua Española, “mil”.

  2. E. B. Elliott, Horae Apocalypticae, fifth edition, vol. 3 (London: Seeley, Jackson, and Halliday, 1862), p. 242.

  3. Philip Schaff, History of the Christian Church, third edition, vol. 1 (reprint, Grand Rapids: Eerdmans, 1966), p. 847.

  4. Albert Barnes, Notes on the New Testament, Revelation (reprint, Grand Rapids: Baker, 1949), p. 335.

  5. E. B. Elliott, Horae Apocalypticae, vol. 3, p. 246.

  6. Ireneo, Contra Herejes, Traducción por Carlos Ignacio González, S.J,
    (Internet: disponible en varios sitios como: https://mercaba.files.wordpress.com/2007/10/contra-los-herejes.pdf), 5,30,1-4.

  7. Ibid., 5,30,3.

  8. John A. Hardon, Modern Catholic Dictionary (Garden City, N. Y.: Doubleday, 1980), p. 472.

  9. Ibid., p. 141.

  10. Felician A. Foy, editor, 1980 Catholic Almanac (Huntington, Ind.: Our Sunday Visitor, 1979), pp. 170-71.

  11. Hardon, Catholic Dictionary, p. 280.

  12. “Inquisition”, The Encyclopaedia Britannica, Handy Volume Issue, eleventh edition, vol. XIV (New York: The Encyclopaedia Britannica Company, 1910), pp. 587-596.

  13. Ibid.

  14. Mgr. Philip Hughes, The Church in Crisis: A History of the General Councils: 325-1870, with the Imprimatur of Cardinal Spellman
    (Internet: available on various Catholic sites, 1960, for example: http://www.christusrex.org/www1/CDHN/coun0.html), Chapter 11, “The Third General Council of the Lateran, 1179”.

  15. Tim LaHaye, Apocalipsis Sin Velo, traducción por Cecilia Romanenghi de Francesco (Miami, Florida: Editorial Vida, 2000), p. 269.

  16. Ibid., p. 282.

  17. Ibid., p. 314.

  18. Ibid., p. 325.