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¿somos descendientes de los monos?

Por David Vaughn Elliott

En el Barrio Modelo de San Salvador hay un zoológico que tiene varias especies de monos. El público se entretiene con los juegos de estos seres que en algo se asemejan al hombre. Pero, ¿se ha fijado usted de que, en el mundo entero, no existe zoológico alguno donde los monos tengan encerrados a los hombres?

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Se habla mucho hoy de "eslabones perdidos" y de "hombres-monos". Casi todas estas ideas se basan en unos pocos fragmentos de huesos que los científicos han desenterrado. ¡Pero, la verdadera diferencia entre el hombre y toda especie de monos, nada tiene que ver con sus huesos! De manera que la arqueología nunca podrá hallar el "eslabón perdido", porque ese "eslabón" es del espíritu.

El ser humano no es un animal desarrollado. Es un tipo distinto. La diferencia consiste en lo de la mente, es decir, en el espíritu. La teoría de la evolución dice que la vida y la mente humana han surgido accidentalmente de la materia carente de vida. La Biblia dice que nosotros fuimos creados por el eterno Dios (Génesis 1:1). Entonces, ¿qué es lo que debemos creer?

Enfrentémonos a la realidad. Es solamente el hombre quien estudia su propio origen. Es sólo el hombre quien se viste. Sólo el ser humano es agricultor. Es sólo el hombre quien utiliza y domina el fuego. Es sólo el hombre quien edifica y utiliza hospitales, rascacielos y escuelas. Sólo el hombre es quien inventa y fabrica autobuses, barcos, aviones y satélites.

Sólo el hombre puede conversar. Unos científicos criaron chimpancés como si fueran sus hijos, enseñándoles a hablar. Pero sólo pudieron aprender pocas palabras. ¡Un loro puede hablar mucho mejor! Los animales jamás progresan. Siglo tras siglo viven en la misma manera. Es sólo el ser humano quien puede escribir, transmitir sus conocimientos a las demás generaciones, y progresar así en sus conocimientos, posibilidades y maneras de vivir.

La evolución niega la realidad científica de que la vida sólo procede de la vida misma. La Biblia sí concuerda con la ciencia en esto. La Biblia dice que Cristo es sin principio (Hebreos 7:3), y que "en él estaba la vida" (Juan 1:4). La evolución niega la realidad científica de que "lo semejante produce a lo semejante". También en esto concuerda la Biblia con la ciencia, pues fue Dios quien dio la orden a todo a reproducirse "según su género" (Génesis 1:11, 21, 24).

La evolución niega la realidad del espíritu humano. Pero la Biblia sí concuerda con nuestro sentido común. Dice que "Dios es Espíritu" (Juan 4:24), y de que fuimos creados a la imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26). La evolución nunca podrá explicar el grande abismo que separa al hombre de los animales. ¡La única alternativa es creer en la existencia del eterno Dios Creador!