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Daniel Predice El Reino Indestructible

Por David Vaughn Elliott


LOS REINOS (y las democracias) de este mundo están llenos de promesas no cumplidas, hipocresía, corrupción, y violencia. La esclavitud y el genocidio son tan viejos como las pirámides de Egipto. A Faraón no le importaban los “derechos humanos.” Las páginas de la historia están llenas de semejantes déspotas, algunos mejores, otros peores.

Hace tres mil años, el Creador del universo comenzó a preparar a la humanidad para un mejor tipo de gobierno, un reino bajo Su control. En una jugada poco usual, Dios utilizó uno como Saddam Husein para traer esta revelación.

Saddam Husein se consideró un sucesor de Nabucodonosor. El Irak moderno se sienta en parte sobre el mismo territorio que el antiguo imperio de Babilonia. A Saddam le hubiera gustado mucho hacerle a Israel hoy día lo que Nabucodonosor hizo en aquel entonces. Sin embargo, Nabucodonosor, a diferencia de Husein, fue un vaso especial utilizado por Dios para castigar a Israel. Nabucodonosor fue también un vaso utilizado por Dios para recibir uno de los sueños más magníficos de todos los tiempos. No es que él entendiera palabra alguna. De hecho, ni siquiera podía recordarlo.

Nabucodonosor, como muchos de los políticos modernos, llamó a sus astrólogos para consultarlos. Les pidió que le dijeran lo que había soñado. Los astrólogos, por supuesto, pidieron que el rey les dijera el sueño para que pudieran dar la interpretación. Sin embargo, Nabucodonosor tenía mucho más sentido común que muchos miembros de iglesias hoy día. Les dijo, “decidme el sueño, para que yo entienda que me podéis mostrar su declaración (interpretación)” (Daniel 2:9).

Todos los “sabios” de Babilonia habrían muerto si Daniel no hubiera venido al rescate. Daniel estaba de acuerdo de que los astrólogos eran incapaces de revelar el sueño. Como ellos mismos dijeron, “No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el negocio del rey... ni hay quien lo pueda declarar delante del rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne” (versículos 10,11). Los astrólogos se equivocaron en su último punto. El Dios del cielo sí moraba con los profetas de Israel. Así que, Daniel, inspirado por Dios, explicó el sueño.

Cinco Reinos

Una imagen maravillosa…cabeza de oro…pecho de plata…vientre de bronce…piernas de hierro. Luego había una piedra extraordinaria. Después de aplastar esta tremenda imagen, la piedra llegó a ser una montaña tan grande que llenó toda la tierra.

Daniel le dijo claro a Nabucodonosor: “tú eres aquella cabeza de oro” (versículo 38). Daniel siguió, “Y después de ti se levantará otro reino..y otro tercer reino...Y el reino cuarto...[y por último] levantará el Dios del cielo un reino” (versículos 39, 40, 44). Cinco reinos en total. Al decir tercer y cuarto reino, es claro que la cabeza de oro es más que simplemente el rey Nabucodonosor. La cabeza incluye el reino entero de Babilonia. Cinco reinos en total: cuatro de este mundo y uno del cielo.

La identidad de los primeros cuatro reinos es la parte más sencilla de la profecía. Prácticamente todos los creyentes de la Biblia, desde los tiempos antiguos hasta los tiempos modernos, están de acuerdo que los 4 reinos son Babilonia, Medo-Persia, Grecia, y Roma. El mismo libro de Daniel suple la información sobre los primeros tres. Como hemos visto, Daniel identifica el primer reino con Nabucodonosor.

¿Quién no ha escuchado la expresión pintoresca: “él vio la escritura en la pared”? Sin embargo, para Belsasar, rey de Babilonia, fue más que pintoresca. Él se espantó tanto cuando vio la mano escribiendo en la pared que sus rodillas daban la una contra la otra. En la explicación que dio Daniel sobre la escritura, estas palabras se incluyen: “Tu reino fue rompido, y es dado a Medos y Persas” (Daniel 5:28). Así que, el segundo reino es de los medos y de los persas, un hecho también confirmado en los registros históricos fuera de la Biblia.

Fuera de la Biblia, el tercer reino fácilmente se confirma que es Grecia. El libro de Daniel está de acuerdo. En el capítulo 8 se encuentra la visión de como un macho cabrío totalmente se apoderó y pisoteó al carnero. Los versículos 20 y 21 señalan: “Aquel carnero que viste...son los reyes de Media y de Persia. Y el macho cabrío es el rey de Javán (Grecia).” Identificación positiva.

El libro de Daniel no identifica el cuarto reino; pero cualquier estudiante de la historia sabe que el Imperio Romano fue el próximo en el escenario. Roma estaba en el poder cuando Jesús de Nazaret caminó sobre esta tierra. Así que, la gran imagen de Daniel 2 es un bosquejo del movimiento de los imperios del mundo desde los tiempos de Daniel hasta el tiempo de Cristo: Babilonia, Medo-Persia (a veces se llama Persia), Grecia, y Roma.

El Reino Eterno de Dios

Por interesante que sean estos reinos antiguos, lo que les interesa a los cristianos es acerca del quinto reino. Los primeros cuatro reinos son sencillamente resultados temporeros de la política del mundo. El quinto reino es tanto divino como eternal.

Se pueden aprender algunas cosas acerca del quinto reino directamente de la profecía. El cumplimiento en sí de la profecía del quinto reino no es el tema de este artículo. El propósito ahora es aprender todo lo que podemos de la misma profecía, para que estemos mejores preparados para examinar las reclamaciones de cumplimiento.

La Naturaleza del Reino: Independientemente de la influencia que Dios haya ejercido en y a través de ellos, es obvio que Babilonia, Persia, Grecia, y Roma eran reinos mundanos. Se establecieron por poderes humanos con metas humanas. Conquistaron y mantuvieron control por la fuerza de las armas. Ellos eran dirigidos por paganos que tenían poco conocimiento del Dios del universo. Estaban preocupados por los asuntos de este mundo. Los cuatro juntos están representados por esta imagen maravillosa.

El quinto reino, sin embargo, no era una quinta parte de la gran imagen. ¡No! No fue la próxima etapa en el progreso de los reinos de este mundo. La profecía hace una gran distinción cuando introduce el quinto reino con estas palabras: “una piedra fue cortada, no con mano” (2:34).

Nos recuerda de 2 Corintios 5:1: “sabemos, que si la casa terrestre de nuestra habitación se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos.” Nos recuerda de Colosenses 2:11,12: “En el cual también sois circuncidados de circuncisión no hecha con manos, con el despojamiento del cuerpo de los pecados de la carne, en la circuncisión de Cristo; sepultados juntamente con él en el bautismo.” Nos recuerda de Hebreos 9:11: “Mas estando ya presente Cristo, pontífice de los bienes que habían de venir, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es á saber, no de esta creación.”

“No hecho de manos” en estos tres textos hace referencia a lo que no es de este mundo, lo que es espiritual, lo que es celestial. Daniel además señaló en su explicación del quinto reino: “levantará el Dios del cielo un reino” (versículo 44).

El Poder del Reino: Esta profecía no detalla las actividades del quinto reino. Sin embargo, sí trata de la relación entre el quinto reino y los primeros cuatro. Uno de los puntos principales de esta profecía es que el quinto reino destruiría a los otros cuatro.

La piedra “hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fue también desmenuzado el hierro, el barro cocido, el metal (bronce), la plata y el oro, y se tornaron como tamo de las eras del verano: y los levantó el viento, y nunca más se les halló lugar. Mas la piedra...desmenuzará y consumirá todos estos reinos, y él permanecerá para siempre” (versículos 34,35,44).

Note que la profecía no dice que la piedra destruiría a todos los reinos del mundo; habla de “todos estos reinos,” es decir Babilonia, Persia, Grecia, y Roma. Es un enigma entender cómo la piedra destruiría a los cuatro reinos. En la historia ¿no era que cada sucesivo reino destruía al reino que le precedía? En un sentido, ciertamente fue así. Sin embargo, en otro sentido, se puede considerar que cada reino absorbió al reino previo, de tal manera que algunos de los elementos del reino previo continuaron.

Por otro lado, el escenario puede ser sencillamente una parte necesaria del simbolismo. Rara veces se puede con una ilustración representar todos los detalles posibles de una realidad. Nabucodonosor vio una imagen completa, a pesar de que representaba cuatro periodos de la historia. Él no vio primeramente sólo una cabeza que después fue destruida por el pecho, etc. Fue una imagen completa. Así que, cuando las piernas y los pies fueron destruidos, un simbolismo consistente demostraría que la imagen completa fue destruida. Le parece a este escritor que no se puede obligar más en este simbolismo.

La profecía dice que la piedra “hirió á la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido.” Esto claramente significa que la destrucción sucedió durante la última parte del último reino, Roma. El Imperio Romano sería destruido y disuelto. A pesar de que el quinto reino es un reino espiritual, “no con mano,” tendría un efecto destructivo definido sobre el cuarto reino terrenal.

El Alcance del Reino: Al principio, el quinto reino se representa como algo no más grande que una piedra. Sin embargo, esta piedra “fue hecha un gran monte, que hinchió toda la tierra” (versículo 35). Daniel no da más detalles de este crecimiento. ¿Fue rápido o fue gradual? El texto no dice.

Lo que sí es claro es que con el tiempo este reino –el reino de Dios– llenaría la tierra completa. Sería un reino a nivel mundial. Su territorio no sería nada igual al reino de Israel, el cual estaba limitado a un terreno pequeño en el medio oriente. Este escritor ha intentado hacer unos cálculos con relación al alcance del reino de Salomón en su cima, incluyendo los territorios sujetos a él. Parece no haber sido más de 60,000 millas cuadradas. Esto es una área pequeñita. ¡Casi la mitad de cada uno de los estados en los Estados Unidos son más grandes que eso!

El gran contraste entre este reino de Israel del Antiguo Testamento, y el quinto reino de la profecía de Daniel es que este último reino sería mundial en su alcance.

La Duración del Reino: “Un reino que nunca jamás se corromperá...y él permanecerá para siempre” declaró Daniel (versículo 44). No por un siglo; ni por cinco siglos; ni siquiera por solamente un milenio (mil años).

Este quinto reino es un reino eterno que nunca terminará, que dura para siempre por los siglos de los siglos. Esto es un contraste directo con los cuatro reinos de este mundo. El segundo reino vence al primero; el tercero conquista al segundo, y así sucesivamente. Así marcha la historia. El Imperio Romano duró medio milenio cabal, pero Roma también cayó. En años recientes, ante nuestros propios ojos, hemos visto la caída dramática de la Unión Soviética, un imperio que duró solamente 70 años.

El reino de Dios fue profetizado para una duración, no de 70 años, ni de medio milenio, ni de un milenio completo, ni siquiera de todo el tiempo que el mundo duraría. Fue profetizado para ser un reino que duraría para siempre. Un día la tierra misma será destruida, pero el reino de Dios es un reino que “permanecerá para siempre.”

La Llegada del Reino: De sumo interés e importancia en esta profecía es el hecho que predice el tiempo de la llegada del reino de Dios. No da la fecha exacta, sin embargo da un marco de tiempo específico. ¿Cuál otra profecía en el Antiguo Testamento tan claramente conecta el reino prometido de Dios a un tiempo específico de la historia? “Y en los días de estos reyes, levantará el Dios del cielo un reino” (2:44). ¿En los días de cuáles reyes? Sería provechoso repasar el contexto de la explicación de Daniel.

“Este es el sueño: la declaración de él diremos también en presencia del rey...porque el Dios del cielo te ha dado reino…Y después de ti se levantará otro reino menor que tú; y otro tercer reino de metal (bronce), el cual se enseñoreará de toda la tierra. Y el reino cuarto será fuerte como hierro...Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero, y en parte de hierro, el reino será dividido...será el reino fuerte, y en parte será frágil...Y en los días de estos reyes, levantará el Dios del cielo un reino” (versículos 36-44).

Antes del reino de Dios, habrían solamente cuatro reinos mundiales. Hay mucha explicación del cuarto reino. Se mezcla con barro, pero el hierro todavía está allí. El reino es en parte fuerte, y en parte frágil, pero sigue siendo el cuarto reino. La expresión “reino” se usa dos veces cuando está hablando de los pies y los dedos. Pero no dice “otro reino” o “un quinto reino.” Al contrario, dice “el reino” porque todavía se está considerando el cuarto reino. En conclusión, la imagen representa solamente cuatro reinos.

Los cuatro reinos son Babilonia, Persia, Grecia, y Roma. Nadie reclama que el reino eterno de Dios se estableció en los días del imperio de Babilonia, ni durante los imperios de Persia o Grecia. Esto nos deja con una sola posibilidad: el Imperio Romano, durante el tiempo en que Jesús de Nazaret nació, fue crucificado, y resucitó.

El Imperio Romano duró aproximadamente 500 años. Por fin, en 476 D.C. llegó a su fin. El último emperador romano, un joven, fue echado a un lado cuando el líder alemán Odoacro se hizo rey de Italia. Cierto, el imperio continuó en el Este, con Constantinopla como capital. Algunos llaman esto el Imperio Romano oriental. Otros más correctamente lo llaman el imperio bizantino. No era romano. Roma era “Occidental” y Latín; Constantinopla era “Oriental” y Griego. De hecho, parte del tiempo, Constantinopla reinaba sobre Roma. El Imperio Romano había desaparecido. Si por “Imperio Romano” uno quiere decir el imperio que fue gobernado por los romanos desde Roma, este se acabó en 476 D.C.

Por tanto el año 476 D.C. es la absoluta y final fecha para terminar la imagen de Nabucodonosor. Puesto que la profecía predijo que el reino de Dios (la piedra) golpearía y destruiría la imagen, el Reino de Dios tiene que haber llegado a la existencia en algún tiempo antes del año 476 D.C. Solamente de esta manera se pueden cumplir las palabras: “Y en los días de estos reyes.”

Capítulo 7—Los Cinco Reinos Otra Vez

El sueño de Nabucodonosor en Daniel 2 no está solo. En el capítulo 7, Daniel registra visiones relacionadas, que él mismo recibió de Dios medio siglo después. A Daniel se le dijo que las cuatro bestias representaban cuatro reyes (7:17) o reinos (7:23). Sin embargo, el capítulo 7 no identifica abiertamente ninguno de los reinos; así que, ¿dónde comienza la profecía? Uno tiene que regresar a Daniel 2.

Ambos capítulos predicen cuatro reinos terrenales. En adición, puesto que ambas profecías se hicieron durante el tiempo del imperio de Babilonia, ambos tienen el mismo trasfondo histórico. Por eso, hay muchas razones para creer que los cuatro reinos en las dos profecías son los mismos cuatro reinos. De hecho, no hay razón para creer de otra manera.

Puesto que Daniel 2 positivamente identifica el primer reino como el poder de Babilonia, esto llega a ser el único lugar significativo para comenzar en capítulo 7. Utilizando esta pista de similitud como punto de partida, los otros detalles de la bestia en Daniel 7 caen en su sitio. Así que, el león es Babilonia, el oso es Persia, el leopardo es Grecia, y la bestia terrible es Roma.

Por otro lado, hay importantes diferencias entre los capítulos 2 y 7. Un intento de armonizar completamente los detalles resultaría solamente en confusión. El capítulo 7 es más extenso; enfoca los asuntos no contemplados en el capítulo 2. Su cumplimiento se extiende hasta períodos más tarde en la historia.

Se puede hacer una comparación con las tres parábolas de Jesús en Lucas 15. La parábola de la oveja perdida y de la moneda perdida enseñan el amor de uno que busca a los perdidos. La parábola del hijo perdido, por el otro lado, enseña cómo el muchacho tenía que volver en sí y tomar una decisión. La oveja perdida no hizo nada para ser salva, mucho menos la moneda perdida. Sin embargo, el libre albedrío del hombre y su decisión no son el tema de estas dos parábolas.

La tercera parábola contempla verdades importantes no contempladas en las primeras dos. Las tres parábolas en verdad son similares, pero sería una distorsión de la verdad aun preguntar lo que las primeras dos parábolas enseñan acerca del libre albedrío en la salvación. Esto queda completamente fuera del alcance de las parábolas de la oveja perdida y la moneda perdida. Así es con la imagen de los cuatro reinos de Daniel 2 y las cuatro bestias de Daniel 7. Hay verdades en el capítulo 7 que no se contemplan en el capítulo 2.

El cuarto reino es un reino dividido: Como un punto para probar el caso, los “diez cuernos” del capítulo 7 nos lleva a un terreno no contemplado en el capítulo 2. El capítulo 2, verdaderamente, habla de un reino “dividido.” Un estudiante cuidadoso de la Biblia, sin embargo, notará que esta división no tiene nada que ver con los diez dedos. La imagen tiene diez dedos sencillamente porque es la imagen de un hombre. Sus diez dedos no tienen más significado profético que los diez dedos de las manos.

La profecía en el capítulo 2 claramente identifica cuál división es contemplada: “Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero, y en parte de hierro, el reino será dividido...Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro, y en parte de barro cocido, en parte será el reino fuerte, y en parte será frágil” (Daniel 2:41-42). La división –en parte y en parte– no son los diez dedos de los pies, sino, el hierro mezclado con barro, lo fuerte y lo frágil.

Muchos estudiantes de la Palabra entienden que los diez cuernos y especialmente el “cuerno pequeño” de la bestia terrible en Daniel 7 nos lleva proféticamente a la historia después de la caída del Imperio Romano. Es decir, Roma continúa, pero en una forma distinta. Muchos de nosotros vemos claramente que este cuerno pequeño representa el poder eclesiástico que surgió en Roma sobre las cenizas del Imperio Romano.

Sin embargo, nada de esto se contempla en la imagen del capítulo 2, en la misma manera que la parábola de la moneda perdida en ninguna manera se relaciona con el asunto del libre albedrío del hombre. No hay nada en el capítulo 2 que trate en ninguna manera con lo que pasaría en Roma después de la caída del Imperio Romano. Todo lo que es contemplado es el Imperio Romano en sí y su caída. Lo que el profeta tenía en mente por hierro y barro, era una mezcla de poder y debilidad dentro de ese cuarto imperio, el Imperio Romano.

Más detalles sobre el reino de Dios: También, con relación al reino de Dios, hay varios elementos en el capítulo 7 que no se tratan en el capítulo 2. Solamente uno de tales elementos será discutido aquí: la información alrededor de las circunstancias cuando el Rey recibe el reino.

Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí en las nubes del cielo como un hijo de hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de grande edad, y le hicieron llegar delante de él. Y le fue dado señorío, y gloria, y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron; su señorío, señorío eterno, que no será transitorio, y su reino que no se corromperá” (Daniel 7:13,14).

Se representa que el “Hijo del Hombre,” “en las nubes del cielo” venía. ¿Pero hacia dónde viene? Note que no viene a la tierra, sino, que él viene “hasta el Anciano de grande edad,” el Padre. El “Hijo” viene con las nubes, llega al Padre y luego se le da el dominio, la gloria, y un reino que dura para siempre. Estos detalles son de suma importancia al estudiar “el reino” del Nuevo Testamento.

Las profecías de Daniel son una de las razones principales que los judíos en los días de Jesús anticipaban la llegada del reino de Dios sobre la tierra. Ningún estudio del “reino” en el Nuevo Testamento es completo sin una consideración cuidadosa del trasfondo suplido en las profecías del Antiguo Testamento. Esperamos que todos los que leen estas palabras estén mucho más interesados en el Reino de los Cielos que en los reinos de este mundo, ya sea de Babilonia, Roma, Washington, o cualquier otro sitio.

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