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jesús anuncia la llegada del reino

Por David Vaughn Elliott


LOS JUDÍOS estaban apretados bajo la mano de hierro de Roma. ¿Era lícito que un judío creyente pagara tributo a Cesar? El tiempo era propicio para los violentos Zelotes. Los judíos anhelaban la independencia. Ellos visualizaban un regreso a la edad dorada de David y Salomón. Daniel y los otros profetas ¿no les habían prometido exactamente eso? Israel estaba en espera del gran indestructible reino de Dios.

Entra Jesús de Nazaret. El reino de los cielos era un tema principal de Su ministerio. Ningún entendimiento de la doctrina del “reino” es completo si no se estudia profundamente lo que Jesús tenía que decir. Hay que examinar cuidadosamente todos los cuatro evangelios. Cualquier concepto que se enfoque principalmente al Antiguo Testamento será tristemente insuficiente. Los doce apóstoles, que tenían solamente las Escrituras del Antiguo Testamento como fuente, no entendieron la naturaleza básica del reino de Dios. ¿Podemos hacer mejor hoy día, si usamos solamente el Antiguo Testamento para nuestros “textos de prueba”? No. Tenemos que ver lo que dijo el Rey Jesús. Es esencial interpretar las profecías del Antiguo Testamento a la luz de la enseñanza del Nuevo Testamento.

Un solo artículo no es suficiente para completar la tarea. Este presente artículo se limitará a los registros de los Evangelios, con Daniel en el trasfondo. Además se limitará principalmente al asunto del tiempo para la llegada del reino.

84 Predicadores Anuncian la Llegada del Reino

Durante cuatro siglos, Israel estuvo sin profeta de Dios. Entonces un día, cerca del Río Jordán un hombre con vestiduras extrañas y una dieta extraña apareció. Juan el Bautista comenzó a predicar un mensaje fascinante: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2). ¡Por siglos, los judíos habían esperado ese día! ¡Ahora su sueño iba a llegar a ser una realidad! ¡El reino predicho por Daniel estaba a la vuelta de la esquina! Los judíos estaban conmocionados. Mateo registra que “acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea” (3:5).

Juan no era, de ninguna manera, promotor de sí mismo. ­Él dijo claramente que su trabajo era de “presentador” por decirlo así. ­Él confesó humildemente, “El que viene detrás de mí es más poderoso que yo” (Mateo 3:11). ­Él trabajo de Juan era de heraldo, precursor. El preparó el terreno para Jesús.

Desde el principio, el mensaje de Jesús fue igual al de Juan: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). Llegó a ser tan popular en Capernaúm que la población trató de impedir su salida. Sin embargo, Jesús resistió sus deseos, diciendo, “También a las otras ciudades debo anunciar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto yo he sido enviado” (Lucas 4:43).

Con el tiempo, Jesús seleccionó a doce hombres como Sus apóstoles. Cuando estaba listo para enviarlos solos, les dijo que predicaran: “El reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 10:7). Esta es la única cita directa registrada en los cuatro Evangelios que dice lo que Jesús mandó a los doce que predicaran en ese tiempo. Marcos añade que predicaron arrepentimiento. Lucas dice que predicaron el Evangelio. Esto indica que hay una relación entre el reino, el evangelio y el arrepentimiento.

Luego, Jesús envió a 70. Nuevamente, les dijo que predicaran, “Se ha acercado a vosotros el reino de Dios” (Lucas 10:9). Solamente podemos deducir, que predicasen lo que predicaran, el acercamiento del reino era el corazón de su mensaje.

En resumen, Juan, Jesús y los 12 predicaron, “El reino de los cielos se ha acercado.” Los 70 predicaron, “Se ha acercado a vosotros el reino de Dios.” Qué maravilla que el mensaje unido de estos 84 hombres de Dios fue que el reino del Dios de los cielos se había acercado. Estaba a la vuelta de la esquina. Estaba por llegar. Como Jesús mismo una vez dijo: “La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan; desde entonces se anuncian las buenas nuevas del reino de Dios” (Lucas 16:16). Los profetas habían predicho el reino como algo lejos en el futuro. Ahora Jesús declara que desde Juan, una nueva fase había comenzado. Ya mismo el Reino sería una realidad.

“El Tiempo Se Ha Cumplido”

Una descripción más completa de este mensaje se encuentra en Marcos 1:14-15. “Después que Juan había sido encarcelado, Jesús vino a Galilea proclamando el evangelio de Dios, y diciendo: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio.” Noten como Jesús entrelaza cuatro elementos vitales: 1) el evangelio, 2) el reino, 3) el arrepentimiento y 4) la fe. Es el evangelio del reino. En adición, al predicar este evangelio del reino, la respuesta que Jesús buscaba era arrepentimiento y fe. No hay nada temporal aquí. No hay nada político aquí. Este es un mensaje espiritual, un mensaje al corazón.

Jesús no sólo dijo que el reino se había acercado, ­Él dijo que esto era el cumplimiento de la profecía: “El tiempo se ha cumplido.” ¿Qué tiempo? El tiempo para el reino. ¿Qué profecía tenía Israel con relación al tiempo para el reino? Seguramente, no hay profecía que sea más específica en cuanto al tiempo para el reino que Daniel 2. Seis siglos antes de Jesús, Daniel profetizó con relación al cuarto reino (Roma), “ En los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino” (Daniel 2:44).

Jesús vivió bajo el Imperio Romano. ­Él decía que el tiempo predicho por Daniel se cumplió. Dios ya estaba listo para establecer su reino prometido.

Durante sus Vidas

De hecho, Jesús estableció límites mucho más estrictos que Daniel con relación al tiempo para la llegada del reino. Jesús limitó el tiempo considerablemente cuando dijo, “Hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que vean el reino de Dios después de que haya venido con poder” (Marcos 9:1). El texto paralelo en Mateo registra, “Hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que vean al Hijo del Hombre venir en su reino” (Mateo 16:28). Lucas dice, “Hay algunos de los que están aquí, que no probarán la muerte hasta que vean el reino de Dios” (Lucas 9:27).

Los tres evangelios registran idénticamente, “Hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte.” La expresión “probar la muerte” puede aparentar ser extraña. Sin embargo, el significado tiene que ser: “Algunos de ustedes no morirán hasta que…” O, dicho de otra manera, “Sucederá durante su vida.” ¿Qué pasaría? Mateo dice, “…vean al Hijo del hombre venir en su reino.” Marcos registra, “…vean el reino de Dios después de que haya venido con poder” Lucas sencillamente dice, “…vean el reino de Dios.” A pesar de que usen diferentes palabras, las tres narraciones, registran que los apóstoles verían el reino de Dios durante sus vidas. Jesús hablaba en el año 29 D.C. más o menos. Aun exagerando mucho, no podríamos buscar un cumplimiento más allá de los primeros días del segundo siglo.

Cualquier reino, por tanto, que ha comenzado después del segundo siglo no puede ser, de ninguna manera, el reino del cual habló Jesús. De la misma manera, no puede ser, de ninguna manera el reino que Daniel predijo. El cumplimiento tiene que encontrarse en el primer siglo (o estirándolo, temprano en el segundo). Temprano en su ministerio, Jesús dijo, “el tiempo se ha cumplido.” Luego Jesús dijo, parafraseando, “durante sus vidas.”

Más Comparaciones con Daniel 2

La enseñanza de Jesús no solamente coincidió con el aspecto del tiempo de la profecía de la imagen y la piedra de Daniel. Hay varios asuntos paralelos.

Primero, Daniel también habla del crecimiento del reino de Dios. Al principio, el quinto reino no era más grande que una piedra. Sin embargo, esta piedra “se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra” (Daniel 2:35). Esto es notablemente similar a la parábola de Jesús del grano de mostaza. “El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo, y que de todas las semillas es la más pequeña; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de modo que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas” (Mateo 13:31-32). Las figuras son diferentes, pero el concepto que enseñan es idéntico. Ambas hablan de un comienzo pequeño, seguido por un gran crecimiento.

Segundo, La profecía de la gran imagen de Daniel hizo hincapié en la victoria del reino divino sobre los reinos del mundo. La piedra “golpeó la estatua en sus pies de hierro y de barro, y los desmenuzó… quedaron como el tamo de las eras en verano” (Daniel 2:34-35). Siglos más tarde, el Rey Jesús hizo referencia a sí mismo como una piedra. No citó a Daniel, sino que hizo referencia a dos profecías diferentes que lo relacionan con una piedra. Salmo 118:22-23 e Isaías 8:14-15. “La piedra que desecharon los constructores, esa, en piedra angular se ha convertido… Y el que caiga sobre esta piedra será hecho pedazos; pero sobre quien ella caiga, lo esparcirá como polvo” (Mateo 21:42, 44).

Entre las dos citas de la piedra Jesús dijo, “Por eso os digo que el reino de Dios os será quitado y será dado a una nación que produzca sus frutos” (Mateo 21:43). Así, Jesús hace una conexión entre los textos acerca del reino y de la piedra. Tanto Jesús como Daniel hablan de la piedra desmenuzando y reduciendo al enemigo a tamo o polvo.

Es verdad que el capítulo 2 de Daniel aplica la acción de romper el reino, mientras que Jesús aplica el poder de romper al mismo Rey. Para un estudiante de la profecía, esto no es ningún problema. Varias veces en Daniel, “rey” y “reino” son usados indistintamente. De la misma manera, Saulo, el gran perseguidor de la iglesia, fue acusado de ser perseguidor de Jesús (Hechos 9:5). Por tanto, el poder desmenuzador de la piedra, al cual tanto Daniel, como Jesús hacen referencia, puede verse fácilmente entrelazado. Desde luego, el Rey es quien dirige las actividades del reino.

Tercero, Daniel profetizó que el reino sería eterno: “un reino que jamás será destruido… y él permanecerá para siempre” (2:44). No por un siglo, ni por un milenio, sino para siempre. Es eterno, nunca acaba, permanece para siempre.

La declaración de Daniel es exactamente lo que el ángel Gabriel le dijo a María con relación al hijo que iba a tener: “Reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1:33). Daniel y Gabriel están de acuerdo. El reino de Dios sería eterno. El reino profetizado por Daniel y Gabriel no va a ser un reino pasajero, sino un reino eternal. Cualquier reino que dure solamente mil años no sería el cumplimiento, ni de la profecía de Daniel, ni de la profecía de Gabriel.

Cuarto, Daniel profetizó la naturaleza espiritual del reino. Daniel hizo un señalamiento importante cuando dijo del quinto reino, “una piedra fue cortada sin ayuda de manos” (2:34) y, “el Dios del cielo levantará un reino” (2:44).

Cuando Jesús estuvo delante del Gobernador Romano, ­Él dijo, “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, entonces mis servidores pelearían” (Juan 18:36). El concepto es idéntico al de Daniel. Jesús está directamente declarando que su reino no es uno que se defiende, o se extiende, por la fuerza de las armas. Las armas de Jesús no son físicas. Su reino no es político. Su reino es espiritual, de otro mundo. (El artículo “Jesús Reveló la Naturaleza del Reino” amplia este tema.)

El Tiempo para el Rey También

La profecía de Daniel acerca de la imagen y la piedra no es su única predicción de un período específico de tiempo. Una de las profecías de tiempo más maravillosas en todas las Escrituras es una que precisa el año para la llegada del Rey. Se encuentra en Daniel 9:24-27 –la famosa profecía de las 70 semanas. El Espíritu del Dios viviente, por medio de Daniel, predijo que el “Mesías Príncipe” llegaría exactamente 483 años después del mandamiento “para restaurar y reconstruir a Jerusalén.” Ese mandamiento se dio en el año 457 A.C. Al sumar 483 años, llegamos al año 26 D.C. Esta es exactamente la fecha del bautismo de Jesús –la fecha en que Él comenzó a proclamar, “el reino de los cielos se ha acercado.” (Para más detalles sobre esta profecía, vea el artículo: “Jesús Cumplió el Programa de Dios a Tiempo.”)

¡El rey llegó al escenario el mismo año en que fue predicho! Con Su llegada, Él anunció, “El reino de los cielos se ha acercado.” El cumplimiento de cada profecía refuerza la otra. Esto es más que una coincidencia interesante. ¡Estas son predicciones fantásticas! No dejan lugar a dudas de que Jesús de Nazaret fue y es el Mesías y Rey prometido. No dejan lugar a dudas que el reino de Dios estaba a la vuelta de la esquina, como Jesús dijo.

Daniel predijo el tiempo para la llegada tanto del Rey como del reino. Las dos profecías de tiempo coinciden. El Rey llegó a tiempo. Quién puede negar que el reino también llegó a tiempo –que Dios no falló– que ¡Dios es fiel y cumple Su Palabra!

El Reino Durante la Vida de Jesús

Todas estas evidencias de tiempo nos llevan a la pregunta específica: ¿exactamente cuándo fue establecido el reino?

Los 84 predicadores dijeron que el reino de Dios estaba cerca. Sin embargo nunca dijeron “El reino está aquí. ” ¿O es que lo hicieron? La mayoría de los textos en los evangelios señalan al reino como futuro (futuro para el tiempo de ellos). Sin embargo, dos textos aparentan decir que el reino ya había llegado. En Mateo 12:28 dice, “el reino de Dios ha llegado a vosotros.” Y en Lucas 17:21 dice, “el reino de Dios entre vosotros está.”

Puesto que la verdad no puede contradecirse, tenemos que buscar un elemento para que armonice. Jesús vino para establecer su reino y llegar a ser rey de él. A pesar de que viviera bajo la Ley Antigua, estaba envuelto en el proceso de establecer el nuevo reino. ­Él lograba la victoria sobre Satanás. “Pero si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Mateo 12:28).

¿Quería Jesús decir que el reino ya había llegado? O por otro lado, ¿se puede comparar esto a la concepción y nacimiento en el mundo físico? Por nueve meses antes de nacer, hay vida física en el vientre. Todo lo necesario para el niño está allí, en las etapas iniciales. Todo el mundo espera el nacimiento. Así fue con el reino. Con la llegada de Juan y Jesús, la concepción del reino se efectuó. Se empezaban a manifestar las características del reino. Se podía sentir la presencia del reino como los movimientos del bebé en el vientre. Sin embargo, el nacimiento actual del reino todavía quedaba un poco en el futuro.

El otro texto lee, “Habiéndole preguntado los fariseos cuándo vendría el reino de Dios, Jesús les respondió, y dijo: El reino de Dios no viene con señales visibles, ni dirán: ‘¡Mirad, aquí está!’ o: ‘¡Allí está!’ Porque he aquí, el reino de Dios entre vosotros está” (Lucas 17:20-21). Jesús esquiva la pregunta de cuándo el reino vendría. Antes bien, ­Él llama la atención a la naturaleza de su llegada. El reino no se podía anticipar con son de trompetas, y desfiles mundanos ostentosos. Es algo “entre vosotros.”

El reino obviamente no estaba “en” la mayoría de los Fariseos, sino que “el reino de Dios entre vosotros está.” Elementos del reino ya estaban presentes, si bien, en la etapa de embrión. Esta explicación del texto lo armoniza con el hecho de que en los Evangelios, la gran mayoría de los textos con relación al tiempo del reino lo coloca un poco más en el futuro. Específicamente, Jesús lo puso en el futuro cercano, durante la vida de sus discípulos.

Los Judíos No Sabían “Decir la Hora”

Aquellos eran días grandes para estar vivo. Días del cumplimiento de tantas profecías y promesas hechas por los profetas de la antigüedad. De hecho, Jesús dijo, “muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron” (Mateo 13:17).

Qué triste que tantos Judíos no reconocieron el valor tremendo de lo que estaban presenciando. Los apóstoles y otros discípulos, por un lado, experimentaron bastante dificultad para comprender lo que transpiraba ante sus ojos. Por otro lado, la mayoría de los líderes judíos y una gran parte de la población experimentaron más que dificultad. Lo negaban completamente. “Entonces los fariseos y los saduceos se acercaron a Jesús, y para ponerle a prueba le pidieron que les mostrara una señal del cielo. Pero respondiendo Él, les dijo… ¿Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no podéis discernir las señales de los tiempos?” (Mateo 16:1-3). Lucas registra que Jesús dijo esto a “las multitudes”: “Sabéis examinar el aspecto de la tierra y del cielo; entonces, ¿por qué no examináis este tiempo presente?” (Lucas 12:54-56).

Jesús repitió este tema, en términos más drásticos en su “entrada triunfal.” Cuando se acercó a Jerusalén, ­Él “lloró sobre ella, diciendo… sobre ti vendrán días, cuando tus enemigos echarán terraplén delante de ti… y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo de tu visitación” (Lucas 19:41-44). “No conociste el tiempo.” Ellos rechazaron el reino de Dios porque no encajaba con su interpretación profética. Dentro de esa semana usaron manos romanas para crucificar su propio Rey enviado de Dios. Jesús había anunciado claramente, “El tiempo se ha cumplido.” No obstante, los Judíos no sabían decir la hora –la hora espiritual. Eran ciegos a las profecías del Rey y del reino, que tantos profetas y hombres justos habían anhelado ver.

El Reino al Final del Tiempo

A pesar de que Jesús habla claramente de la llegada del reino durante la vida de sus discípulos, algunos textos de los Evangelios hacen referencia al reino como algo al fin del mundo. No podemos hacer caso omiso a estos textos, y mucho menos negarlos.

El registro del juicio de las ovejas y los cabritos (Mateo 25) es un caso claro que sirve de ejemplo. “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (versículo 34). Luego el relato termina con estas palabras, “ Y éstos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna” (versículo 46). Así, este texto está hablando del juicio final, castigo eterno, y vida eterna. A “la vida eterna” se le llama “el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” No está hablando del mundo actual, ni de algún reino milenario. Habla del juicio y de la eternidad.

Muchas de las parábolas del reino en Mateo 13, tal como la parábola del sembrador, obviamente hablan del mundo actual. Por lo menos una, la parábola de la red habla del final del tiempo. “El reino de los cielos también es semejante a una red barredera que se echó en el mar, y recogió peces de toda clase… Así será en el fin del mundo; los ángeles saldrán, y sacarán a los malos de entre los justos, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes” (versículos 47-50). La única conclusión que se puede inferir de Mateo 13 es que el reino de Dios tiene que ver con ambos: este mundo y el que vendrá al fin del tiempo.

Si tomamos todo lo que dicen las Escrituras sobre el tema, tenemos que concluir que el reino está aquí en un sentido y en el futuro en otro sentido. Se puede pensar como dos fases del mismo reino. Hay un sentido en que el reino es futuro; ciertamente, igualmente, hay un sentido en que el reino está presente ahora. Llámelo “dos fases” o como quiera llamarlo, no se puede negar ninguna de las dos verdades.

En Conexión con la Primera Venida de Jesús

Definitivamente, anticipamos la fase futura del reino –aquel estado bendito de vida eterna que sigue después del juicio en la segunda venida de Jesús. No obstante, los Evangelios contienen abundante evidencia de que el establecimiento inicial del reino de Dios estaba conectado muy de cerca con la primera venida de Jesús.

Los 84 predicadores dijeron, por decirlo así, que el reino estaba “a la vuelta de la esquina.” Jesús dijo que las profecías con relación al tiempo para el reino fueron cumplidas. Dijo que el reino llegaría durante la vida de Sus discípulos. Jesús Mismo cumplió la profecía de Daniel de las 70 semanas con relación al tiempo de la llegada del Rey. En adición a todo esto, había elementos evidentes del reino de Dios ya durante el ministerio de Jesús, si bien en estado de embrión. Puesto que Dios es fiel y verdadero, un estudiante de la profecía iría al libro de los Hechos, esperando con confianza encontrar el registro de la llegada actual del reino.

Scripture taken from La Biblia de las Américas ® (LBLA), Copyright © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation Used by permission. www.LBLA.com

Traducido por David L. Elliott et al.