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“el rey de los judíos”

Por David Vaughn Elliott


EL HIJO DE DIOS estaba parado frente al gobernador romano en el pretorio. “¿Eres tú el Rey de los judíos?” La conversación que sigue se puede resumir en una sola palabra: “Sí.” Pilato salió a la multitud y les preguntó, “¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos?” La amotinada multitud respondió, “No a éste, sino a Barrabás.”

Después de que Pilato azotó a Jesús, los soldados usaron al Rey como diversión. Le pusieron una corona de espinas sobre Su cabeza, le vistieron con un manto real, y se burlaron de él: “¡Salve, Rey de los judíos!”

Siguió una discusión más intensa entre la multitud y Pilato. Ellos gritaron, “Si a éste sueltas, no eres amigo de César: cualquiera que se hace rey, á César contradice.” Pilato entonces les presentó a Jesús y clamó, “¡He aquí vuestro Rey!” Más palabras intensas. Luego Pilato pregunta, “¿A vuestro Rey he de crucificar?” Los principales sacerdotes respondieron, “No tenemos rey sino a César.”

Así terminó el “juicio.” Pilato entregó a Jesús a ser crucificado. Escribió un título que puso sobre la cruz: “Jesús Nazareno, Rey de los judíos.” No sólo en un idioma. Se escribió en tres: hebreo, griego y latín. Los principales sacerdotes objetaron fuertemente. ¿La respuesta de Pilato? “Lo que he escrito, he escrito.” Así crucificaron al Rey de los judíos. (Vea Juan 18:28 a 19:23.)

Nace un Rey

Jesús murió como Rey de los judíos. Treinta y tres años antes, Él nació como Rey de los judíos. Lo hubieran matado entonces también si Dios no hubiera intervenido milagrosamente. Matado precisamente por ser el Rey de los judíos.

Cuando los magos del oriente llegaron a Jerusalén, ellos presumieron que Herodes sabría dónde había nacido el Rey de los judíos. Se equivocaron. Herodes no sabía nada. De hecho, la noticia le preocupó mucho. ¡Él era el rey! ¡Cualquier rey futuro tendría que ser su propio hijo! ¿Cómo podría nacer algún Rey de los judíos, cuando él no sabía nada de eso?

¿“No sabía nada”? De hecho, Herodes sí sabía algo. A pesar de que era idumeo, él practicaba la religión judía y sabía algo acerca de ella. Él sabía que los judíos esperaban al Mesías. Note que los magos preguntaron a Herodes dónde el “Rey de los judíos” había nacido (Mateo 2:2). Pero cuando Herodes les preguntó a los sacerdotes y los escribas acerca del nacimiento, él les preguntó dónde el “Cristo” había de nacer (versículo 4). (“Mesías” y “Cristo” es lo mismo. Vea a Juan 1:41.) Herodes claramente consideraba idéntico “Cristo” y “Rey de los judíos.”

Los principales sacerdotes y los escribas contestaron la pregunta de Herodes citando Miqueas 5:2, que profetizó que Belén Efrata iba a ser el lugar del nacimiento del “Señor.” Herodes aceptó su respuesta.

¡Imagínese! Herodes igualaba al “Rey de los judíos” con “el Mesías, el Cristo.” Él sabía que su llegada había sido profetizada. Él creía la profecía con relación al lugar del nacimiento. Herodes así, a sabiendas, se atrevió a tratar de matar al mismo Mesías de Dios. En el juicio de Jesús, los judíos habían clamado, “No tenemos rey sino a César.” En el nacimiento de Jesús, Herodes, en efecto, gritó, “No tengo rey sino a mí mismo.”

Prometido por Siglos

“Mesías” es una palabra hebrea. La traducción al griego es “Cristo.” La traducción al español es “ungido.” En el Antiguo Testamento los hombres fueron ungidos para ser profetas, sacerdotes, y reyes. Parece que el concepto de ungir se relaciona más a menudo a los reyes. Segundo, está relacionado a los sacerdotes y como último a los profetas. No nos sorprenden entonces que los judíos tan a menudo consideraban al Mesías como un rey tal como pensó Herodes.

El texto de Miqueas no utiliza ni la palabra “Mesías” ni la palabra “rey.” Otros profetas sí lo hacen. Daniel casi utiliza ambas palabras. En la famosa profecía de las 70 semanas (Daniel 9:24-27), él habla de cierto largo período de tiempo “hasta el Mesías Príncipe.” Sin hablar de fechas, Daniel hace claro que el Mesías Príncipe vendría antes de la segunda destrucción de Jerusalén y del templo. Esta segunda destrucción tomó lugar en el año 70 d.C. ¡El Mesías tenía que venir antes de esta fecha!

Zacarías también profetizó la llegada del Rey. “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén: he aquí, tu rey vendrá á ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, así sobre un pollino hijo de asna” (Zacarías 9.9). El cumplimiento de esta profecía es lo que se conoce comúnmente como “la entrada triunfal.” Se registra en todos los cuatro evangelios, con referencias directas al texto de Zacarías en Mateo y en Juan.

A los fariseos no les gustó la entrada triunfal. No les gustó oír a la gente proclamar a Jesús Rey. “Y como llegasen ya cerca de la bajada del monte de las Olivas, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto, diciendo: Bendito el rey que viene en el nombre del Señor: paz en el cielo, y gloria en lo altísimo! Entonces algunos de los Fariseos de la compañía, le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaren, las piedras clamarán” (Lucas 19:37-40). Si los discípulos no hubieran alabado a Jesús como Rey, ¡las piedras lo habrían hecho! ¡Jesús es Rey!

A Isaías se le refiere mucho como el profeta mesiánico por sus muchas profecías acerca de el que iba a venir. Una de sus profecías famosas del “Rey” es Isaías 9:6-7. Las palabras específicas utilizadas son “imperio,” “príncipe,” “trono,” y “reino.”

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro: y llamaráse su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán término, sobre el trono de David, y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”

¡Qué niño iba a nacer! ¡Qué Príncipe de Paz para Israel anticipar! Solamente el celo de Jehová lograría esto. Sin embargo, cuando se cumplió, Herodes, Pilato, los soldados romanos, los líderes judíos, y el pueblo judío pelearon contra el poder de Dios. ¡Pero esto, también, se profetizó!

Los Reyes no Pueden Detener al Rey

Herodes y Pilato y los líderes judíos no se dieron cuenta de que ellos mismos estaban cumpliendo la profecía. Al rechazar y luchar contra la Palabra profética de Dios, la cumplieron.

“¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan vanidad? Estarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová, y contra su ungido (Mesías, Cristo)” (Salmo 2:1-2). Los discípulos de Jesús en oración citan esta profecía, y la explican de esta manera: “Porque verdaderamente se juntaron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, al cual ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los Gentiles y los pueblos de Israel, para hacer lo que tu mano y tu consejo habían antes determinado que había de ser hecho” (Hechos 4:27-28).

En este salmo de David tenemos tanto la palabra “Ungido” (Salmo 2:2) como “Rey” (versículo 6). Los líderes y el pueblo se esforzaron por cambiarlo, “Yo empero he puesto mi rey sobre Sion, monte de mi santidad.” Un milenio antes de que Jesús viniera al mundo Dios habló por medio de David de Sus planes para Su Rey. Los reyes de la tierra tratarían de parar al Rey, pero no tendrían poder.

“La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo. De parte de Jehová es esto: es maravilla en nuestros ojos” (Salmo 118:22-23). Cuando Jesús el Cristo fue rechazado por los hombres, no tenía que inventar un nuevo plan de acción. ¡El rechazo era parte del plan! Dios sabía desde el principio que los líderes y mucho del pueblo no querrían al Rey. Pero Dios comoquiera lo levantó como Rey.

Jesús ES el Cristo–Mesías–Rey Ungido

¡La tumba no podía retenerlo! La muerte y el Hades no podían guardarlo en su poder. Fue rechazado por los hombres pero levantado por Dios. Los hombres rechazaron a Jesús como Rey sobre ellos, pero Dios lo levantó comoquiera en el monte de Sion como Rey.

En el día de Pentecostés en el año 30 d.C., diez días después de la ascensión de Jesús al cielo, una gran reunión sucedió en Jerusalén. Los judíos de muchas naciones estaban reunidos para la fiesta anual; no sabían que ese Pentecostés en aquel año sería tan famoso. Cuando muchas personas hablan hoy día de “Pentecostés,” lo único que tienen en mente es el del año 30 d.C. Ese es el Pentecostés que sigue inmediatamente después de la muerte de Jesús, la resurrección, y la ascensión.

Antes que Jesús ascendiera, les dijo a Sus apóstoles que pronto serían investidos de poder. Él los mandó a quedarse en Jerusalén en anticipación. Mientras esperaban, designaron a Matías para tomar el lugar de Judas.

Cuando el día de Pentecostés llegó, repentinamente el Espíritu Santo vino sobre los apóstoles. Hubo un sonido sobrenatural como un viento recio que causó que una multitud se reuniera. Los apóstoles empezaron a hablar en las lenguas de todos los judíos extranjeros reunidos allí. La multitud se sorprendió y estaba perpleja.

Simón Pedro, a quien Jesús había dado las llaves del reino, se levantó y comenzó su famoso discurso. Él habló del profeta Joel, que había profetizado de estos eventos. Les habló de los milagros de Jesús y de Su muerte. Con algunos detalles él habló de la resurrección de Jesús y los eventos subsiguientes.

Pedro utilizó cuatro líneas de argumentos para probar la resurrección de Cristo. 1) la imposibilidad de que se quedara muerto, 2) el cumplimiento de la profecía, 3) los reportes de testigos oculares, y 4) el derramamiento del Espíritu Santo del cual la gente era testigo.

El citó el Salmo 16, un salmo de David, y lo explicó en detalle (Hechos 2:25-31). David escribió este salmo en la primera persona. Sin embargo, “David, que murió, y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta del día de hoy,” David no pudo estar hablando de sí mismo.

Mas bien, David era profeta. David sabía que el Mesías (el Cristo) sería descendiente de él y Dios “levantaría al Cristo que se sentaría sobre su trono.” Pedro inmediatamente sigue estas palabras con “viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo.” Note que el sentarse en el trono de David se vincula con la resurrección.

¿Y qué sucedió después de la resurrección? Cristo ascendió y fue “levantado por la diestra de Dios” (versículo 33). Esto, también, fue profetizado por David en el Salmo 110: “Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra” (Hechos 2:34). 

Después de amontonar evidencia sobre evidencia, Pedro resume: “Sepa pues ciertísimamente toda la casa de Israel, que a éste Jesús que vosotros crucificasteis, Dios ha hecho Señor y Cristo” (versículo 36). Dios le ha hecho Señor y Cristo. ¡Jesús es ahora Señor! ¡Jesús es ahora Cristo! Desde que Él ascendió al cielo y se sentó a la diestra del Dios Todopoderoso. Puesto que es “Señor,” es el Maestro y Príncipe. Puesto que es Cristo, el es Profeta, Sacerdote, y Rey. ¡Ahora!

El Trono en el Sion Celestial

Ahora Jesús está sentado “a la diestra del trono de la Majestad en los cielos” (Hebreos 8:1). ¿Contradicen este versículo y la predicación de Pedro lo que David dijo en el Salmo 2:6? “Yo empero he puesto mi rey sobre Sion, monte de mi santidad.” ¿Significa el Sion terrenal o el Sion celestial? ¿Jerusalén terrenal o Jerusalén celestial? ¿Cuál es santo hoy día?

Note lo que dice el apóstol Juan, por inspiración del Espíritu Santo, acerca de la Jerusalén (Sion) terrenal. ¿La consideró ser la Santa Ciudad? En Apocalipsis 11:8 escribió: “la grande ciudad…donde también nuestro Señor fue crucificado” “espiritualmente es llamada Sodoma y Egipto.” ¡Imagínese! ¡La ciudad que fue una vez Santa, por rechazar y crucificar al Mesías, es comparada por Dios a la Sodoma homosexual y el idólatra y esclavizador Egipto! ¡El opuesto de una ciudad santa!

Gálatas 4:25-26 claramente distingue la Jerusalén terrenal y la celestial. “Porque Agar o Sinaí es un monte de Arabia, el cual es conjunto a la que ahora es Jerusalén, la cual sirve con sus hijos. Mas la Jerusalén de arriba libre es; la cual es la madre de todos nosotros.” La Jerusalén de Dios hoy día es la celestial, no la terrenal.

¿Dónde está Jesús hoy día? “Mas os habéis llegado al monte de Sion, y a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial... a Jesús el Mediador del nuevo testamento... tomando el reino inmóvil…” (Hebreos 12:22, 24, 28).

Dios el Padre coloca a Jesús a Su diestra en la Jerusalén (Sion) celestial. ¿Está reinando ahora? ¿Es ahora Rey? Escuche Efesios 1:20-22: “La cual obró en Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole a su diestra en los cielos, sobre todo principado, y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, mas aun en el venidero: y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y diólo por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia.”

Pedro luego escribió en su epístola: “por la resurrección de Jesucristo: el cual está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo; estando a él sujetos los ángeles, y las potestades, y virtudes” (1 Pedro 3:21-22). “Habiendo subido.” Tiempo pasado. Cumplido.

En este Siglo y en el Venidero

En el texto de Efesios habla de todo el dominio de Jesús, “No sólo en este siglo, mas aun en el venidero.” Considere leerlo así: “sobre todo principado, y potestad ,y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra no sólo en el siglo venidero mas aun en este.”

Es cierto que Jesús ejercerá más poder cuando venga otra vez. Hebreos 2 explica el Salmo 8 como siendo cumplido en Jesús hombre. “Empero vemos coronado de gloria y de honra, por el padecimiento de muerte, a aquel Jesús que es hecho un poco menor que los ángeles” (Hebreos 2:9). Jesús es ahora coronado. Sin embargo, el versículo 8 clarifica “mas aun no vemos que todas las cosas le sean sujetas.”

Salmo 110:1-2 dice, “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, en tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies. La vara de tu fortaleza enviará Jehová desde Sion: domina en medio de tus enemigos.” Hay un proceso aquí. Cristo está ahora reinando a la diestra de Dios, pero todos Sus enemigos no están debajo de Sus pies. Cristo está hoy reinando en medio de Sus enemigos. Un día futuro todos estarán puestos debajo de Sus pies. Hoy pueden escoger oponerse a Él. Mañana estarán forzados a estar bajo Su poder.

Pablo ciertamente tenía en mente el Salmo 110 cuando por el Espíritu Santo escribió 1 Corintios 15:22-28. Estos versículos hacen claro que Jesús no comienza a reinar cuando Sus enemigos estén puestos debajo de Sus pies. Al contrario, “Él reine, hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será deshecho, será la muerte.”

Salmo 110:1 dice, “en tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies.” 1 Corintios 15:25 dice, “hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies.” Ciertamente ambos hablan de la misma cosa. Según el texto anterior, ¿qué hace Cristo “en tanto”? “Siéntate a mi diestra.” Según el segundo texto, ¿qué está haciendo Cristo “hasta”? “Él reine.” “Siéntate a mi diestra” es equivalente a “reine.”

Por el presente, como Salmo 110:2 dice, Jesús “domina en medio de tus enemigos.” Su reino será absoluto, pero no es así hoy. Sin embargo, Él está ahora gobernando; Él ahora reina. Hoy día Jesús está reinando en medio de Sus enemigos. Mañana Él será el absoluto “Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19:16).

Según el Orden de Melquisedec

Hay más acerca de Jesús en el Salmo 110. Note el versículo 4: “Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.”

¿Quién era este Melquisedec? La única información histórica que tenemos acerca de él es apenas tres versículos de Génesis 14:18-20. ¿Quién era? “Entonces Melquisedec, rey de Salem, sacó pan y vino; el cual era sacerdote del Dios alto.” Melquisedec era tanto rey como sacerdote.

El libro de Hebreos cita directamente el Salmo 110:4 tres veces, y varias otras veces repite la frase “según el orden de Melquisedec.” ¿Cómo era su orden? Hebreos 7:1-3 está de acuerdo con Génesis y lo conecta todo con Jesús. “Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo... él se interpreta Rey de justicia; y luego también Rey de Salem, que es, Rey de paz... hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.” Jesús es tanto rey como sacerdote. Hebreos 8:1 también contiene la visión de la doble función de Jesús: “Tenemos tal sumo sacerdote que se asentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos.” En la Salem celestial (Jerusalén). Jesús ahora reina en medio de Sus enemigos, y como sacerdote, Él intercede por Su pueblo.

A esta doble función de Jesús se refiere en una de las profecías del “Renuevo/Retoño.” Dice que ejercita ambas funciones “en su trono.” Zacarías 6:12-13: “Y le hablarás, diciendo: Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es Retoño, el cual germinará de su lugar, y edificará el templo de Jehová. Él edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y gobernará en su trono, y será sacerdote en su trono.”

Otro templo judío no podría cumplir esta profecía. El templo del Señor hoy día es la iglesia de Jesús (1 Corintios 3:16-17). Sabemos de muchos versículos en Hebreos que enseñan que Jesús es nuestro sacerdote hoy día. ¿Dónde? Sobre Su trono. “Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). Ahora, ¿qué está haciendo sobre Su trono? Él está haciendo la cosa más común que se hace en un trono. Está gobernando según la profecía de Zacarías.

¿Es Rey de SU Vida?

Desde el nacimiento de Jesús hasta Su muerte, a muchas personas no les ha gustado la idea de tenerlo a Él como rey. Esto fue cierto mientras el evangelio se esparció a través del imperio romano. En Tesalónica la multitud acusó a los cristianos de contravenir “los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús” (Hechos 17:7).

Los judíos esperaban al Mesías-Rey por siglos. Sin embargo, cuando vino, como no cumplió sus expectativas terrenales, muchos de ellos lo rechazaron.

Hoy día, muchos todavía quieren que Jesús sea su Rey terrenal. Rechazan Su reinado espiritual. Rechazan Su reinado desde el trono celestial.

Es tan común hoy día decir, “Tomo a Jesús como mi personal y suficiente Salvador.” ¿Cuántas veces ha oído la gente decir, “Tomo a Jesús como mi personal y suficiente Rey”? “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que digo?” (Lucas 6:46).

¿Es Jesús el Señor de su vida? ¿Es Él su Rey hoy? Los que rechazaron el reinado de Jesús, al hacerlo cumplieron el Salmo 2. Sería bueno que nosotros cumpliéramos los últimos tres versículos del salmo. “Y ahora, reyes, entended: Admitid corrección, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor. Besad al Hijo, porque no se enoje, y perezcáis en el camino cuando se encendiere un poco su furor. Bienaventurados todos los que en él confían.”

Hay una diferencia entre el reinado de Jesús hoy día y el reinado de Jesús mañana. Hoy día Él reina en medio de Sus enemigos¾y Él invita que todo el mundo lo acepte como Rey. Mañana vendrá en toda Su gloria, e impondrá Su reino “con vara de hierro” (Salmo 2:9). No habrán oportunidades para escoger, ni invitaciones. Los que rechazan a Jesús como Rey hoy día, serán enemigos debajo de Sus pies mañana. Los que lo aceptan como Sacerdote y Rey en su vida hoy, entrarán en Su gloria eterna.

Traducido por David L. Elliott et al.